miércoles, 21 de marzo de 2012

"Doctor Atomic Symphony", de John Adams (2007)


John Adams. Foto: http://thestar.blogs.com
En el año 2007, John Adams adaptó su ópera “Doctor Atomic” (escrita en 2005 y ganadora del Grammy 2012 a la mejor grabación de ópera, para la versión de Sony Classics) en “Doctor Atomic Symphony”. La música provino de la obertura, diversos interludios (como “Military matters” o “Panic”) y adaptaciones para orquesta de partes como el aria de Oppenheimer, “Batter My Heart”.

La composición está dedicada a David Robertson, quien la estrenó en EEUU en Saint Louis y en el Carnegie Hall, durante la primavera del hemisferio norte de 2008.

Edición de Nonesuch Records.
Sin embargo, el trabajo fue estrenado a nivel mundial en un concierto de promoción de la BBC, con la participación de la BBC Symphony Orchestra, bajo la conducción del propio Adams, el 21 de agosto de 2007. Posteriormente, se dio el estreno en EEUU.

Estuvo planificada originalmente para contar con los tradicionales cuatro movimientos y una duración de 45 minutos, pero terminó convertida en una obra de tres partes (caprichos de los compositores), sin distinción del principio y el final entre ellas, y con una duración de 25 minutos.

Nonesuch Records editó un CD con este trabajo en julio de 2009.

Instrumentación: Piccolo, 2 flautas, 3 oboes, 2 clarinetes, 1 clarinete bajo, 2 bajos, 1 contrabajo, 4 cornos, 3 trompetas, 3 trombones, 1 tuba, timbal, percusión, arpa, celesta y cuerdas

En una entrada de este mismo blog, hago una reseña del DVD "Doctor Atomic", con la versión operática.

Aquí va la sinfonía completa:




Por Daniel Ágreda Sánchez.

martes, 20 de marzo de 2012

Con trompeta y con cajón


El peruano Gabriel Alegría ha descubierto un nuevo género musical, producto de la fusión de lo afroperuano con el jazz. Él y su sexteto llevan más de seis años presentándose con mucho éxito ante el público nacional y extranjero, y hace unas semanas dieron un concierto en nuestra capital, con material inédito que formará parte de su tercer álbum.


Para Occidente, África es a la música lo que Asia a la pintura. La gran revolución ocurrida en nuestra civilización luego del descubrimiento de las artes plásticas del Lejano Oriente solo puede ser comparada con el impacto de la música africana, sus cantos de armonías extrañas y sus ritmos hasta entonces indescifrables. Y fue tal su trascendencia que no solo cambió la música académica sino que además influenció en el arte popular, derivando en géneros tan variados como el blues, el jazz, el rock y la salsa.

Hablando del jazz, según explica Joachim E. Berendt en su libro “El Jazz: de Nueva Orleans al Jazz Rock”, este género  musical fue producto de “la confrontación de los negros con la música europea”, siendo la melodía, la armonía y los arreglos instrumentales propios de occidente mientras que el ritmo, el fraseo y el sonido en general provienen de la conceptualización africana de la música.

Foto: Boris Mercado
Hablando de música afroperuana, esta resulta ser una mezcla de la europea, principalmente de influencia mozárabe (el arte español tras cuatro siglos de dominio árabe de los pueblos norafricanos) y de la música africana que llegó directamente con los esclavos procedentes, en su mayoría, de las etnias bene, yoruba, congo y bantú del corazón del continente.

Y, finalmente, hablando de jazz afroperuano, podemos decir que se trata del encuentro de los elementos comunes de dos vertientes con similar origen, que empieza a trabajarse desde finales del siglo pasado y cuyo principal exponente es el proyecto del trompetista peruano Gabriel Alegría, fundador del Afro-Peruvian Sextet.

Siete conversó con él y con la saxofonista de su grupo, Laura Andrea Leguía, sobre diversos aspectos de su trabajo, que van desde lo técnico hasta lo espiritual; todo cuenta cuando se trata de buena música.

- ¿Por qué fusionar música afroperuana con jazz?

Foto: Boris Mercado 
Gabriel Alegría: El jazz, por tradición, es un género que permite explorar nuevas maneras para expresarse. Nosotros hemos encontrado que existe una simbiosis, una especie de conexión entre los ritmos afroperuanos y del jazz. Es muy fácil encontrar los lugares musicales y espirituales en que ambos géneros se juntan. Como en el tondero que tocamos al inicio del concierto, que tiene una estructura armónica propia del blues, del más puro lenguaje del jazz, pero que de alguna manera se hace uno con el sentimiento del tondero.

Laura Andrea Leguía: Descubrimos esto hace varios años, justamente en una sesión que tuvimos aquí, en el Jazz Zone. Recuerdo que alguien trajo un cajón y cuando tocábamos “Footprint”, de Wayne Shorter, que tiene un ritmo de 6/4, de pronto se transformó en un landó. Luego “Caravan”, de Duke Ellington, que va a 2/8, se convirtió en un festejo. “Summertime”, de Gershwin, también terminó en landó… No es que hayamos decidido primero lo de hacer jazz afroperuano. Las cosas se dieron naturalmente.

- ¿Por qué no experimentar con la música andina, por ejemplo? También tiene mucha riqueza rítmica, al punto de resultar compleja y hasta agresiva para los oídos occidentales…

GA: La música andina, como el huayno, es pentatónica y llama a ciertos colores que, en mi experiencia, no resultan compatibles como el jazz tradicional que nosotros utilizamos como inspiración. He escuchado proyectos donde se usan elementos de la música andina y del jazz, pero el resultado es siempre world music. Para que el jazz suene a jazz, debe tener necesariamente la experiencia armónica del blues, la armonía funcional que te lleva de un lugar a otro. Esto no está presente ni en la world music ni en la música andina.

Foto: Boris Mercado 
LAL: Creo que desde que aparecieron los músicos de jazz en el Perú, se intentó hacer trabajar con la música afroperuana y no con la andina… o sea, hay intentos muy buenos pero no son propiamente jazz. Mucho antes que nosotros estuvo Richie Zellon, Los Hijos del Sol y Perú Jazz.

GA: Para mí, fusionar jazz con música andina sería mezclar elementos que no necesariamente están llamados a combinarse. Yo soy fanático de la música andina y la encuentro muy rica en cuanto a ritmos y armonías. De hecho, cuando vamos al Cuzco siempre nos juntamos con grupos de allá, para sentir su energía musical, que es una experiencia interesantísima y muy profunda.

- ¿Sienten que hemos llegado un poco tarde a la fusión de lo afroperuano con el jazz? Los cubanos y los brasileños empezaron hace más de 60 años fusionando su propia música con el jazz…

LAL: Es cierto. Hemos conversado mucho sobre el porqué y no hemos llegado a una respuesta que nos satisfaga. Personalmente, creo que no tengo la edad para comparar la experiencia de estos países con la nuestra, pero asumo que las coyunturas políticas y socioeconómicas peruanas influyeron para que el jazz no tenga un contacto importante con otros géneros.

GA: La experiencia en otros países fue diferente. En el caso de Cuba, fue Dizzy Gillespie quien llegó a la isla, encontró una tremenda riqueza musical y se llevó la experiencia a Nueva York, poniendo la semilla de lo que hoy conocemos como latin jazz. Stan Getz hizo algo parecido en Brasil. En la época en que el jazz era muy agresivo, armónicamente hablando, como con John Coltrane, Getz descubrió el bossa nova y el público, que buscaba algo más fresco y llevadero simplemente enloqueció.

Foto: Boris Mercado 
LAL: Para el caso peruano, Wendor Salgado opina que no tuvimos una industria musical tan fuerte como la cubana o la brasileña… finalmente la música se vuelve popular porque a alguien le resulta rentable. Alguien que toca para cien personas no genera una tendencia muy importante, pero si este mismo músico puede conectarse con millones de personas, la cosa cambia.

GA: Hace unos días conversábamos sobre este tema: ¿por qué en Perú no se le había ocurrido a nadie la idea de hacer esta fusión? Nuestra conclusión fue que la música afroperuana no ha estado en el mapa sino hasta la década de 1950. Luego vino Velasco, en 1970, época en que Nicomedes y Victoria Santa Cruz popularizaron las décimas, el landó y el festejo. En 1980 vinieron los primeros intentos, como Los Hijos del Sol, pero ellos no eran jazz sino world music. Aclaro que a mí me gustan mucho y soy uno de sus mayores fanáticos, pero lo cierto es que ellos no tenían al blues como elemento expresivo y en sus temas no había armonías funcionales que llevaran de un lado a otro la historia armónica; más bien, ellos trabajaban con armonías modales y sonoridades largas. En el jazz, los acordes se suceden a toda velocidad.

LAL: Bueno… jazz o world music… es muy difícil etiquetar la música. Louis Armstrong dijo algo muy cierto y bonito: “solo hay dos tipos de música: la buena y la mala”. Los Hijos del Sol son buenos; tal vez no sean jazz sino una especie de rock progresivo… qué sé yo, preferimos que sean los periodistas quienes pongan las etiquetas, je je.

- La propuesta de jazz afroperuano suena bastante agresiva, en el buen sentido de la palabra.

Foto: Boris Mercado 
GA: Tal vez el adjetivo exacto sea intenso en vez de agresivo. Y sí… esa es la característica de nuestro grupo en el ámbito internacional. Es distinto tocar en Lima, donde todos conocen la música peruana pero no tanto el jazz, que tocar en el extranjero, donde todos saben de jazz pero ignoran el elemento peruano. De hecho, en otros países el público vive nuestra música y no tiene tiempo para filosofar sobre cuestiones técnicas musicales; no les damos ese espacio. Somos un grupo de jazz con espíritu de peña. Nosotros grabamos nuestros discos en Estados Unidos por cuestiones de infraestructura, y siempre tenemos que ser muy claros con las instrucciones para que no borren elementos como el guapeo, por ejemplo. Este no solo tiene que estar presente sino que además debe ir en primer plano.

Foto: Boris Mercado 
- Al margen de no anular el guapeo, que es algo que puede aprenderse, ¿se necesita alguna sensibilidad especial para ser ingeniero de sonido de un grupo de jazz afroperuano? 

GA: Sí, claro. Por eso mezclamos nuestros discos en Perú. Nuestro ingeniero de sonido sabe qué hacer con un cajón en relación con una trompeta y un saxo. En los Estados Unidos tienden a poner los metales en primer plano y el cajón de fondo, como si fuera una conga o una percusión brasileña. Cuando mezclamos en Perú, ponemos la trompeta, el saxo y el cajón como si fueran tres instrumentos de viento, todos en primer plano. Eso le da la energía característica. En los temas más lentos pasan otras cosas y la energía se mueve de otra manera, pero básicamente nuestra impronta musical va por ese camino.


Material de estreno

Gabriel Alegría reside en Perú y Estados Unidos y estuvo en Lima presentando los temas de su nuevo álbum en el Jazz Zone.  “Siempre estrenamos nuestros discos aquí, en Perú, porque somos un grupo peruano; pero también debemos manejar las cosas en términos de economía musical y eso muchas veces te lleva a trabajar en el extranjero en busca de una mejor infraestructura”, dice. Pronto regresará con el proyecto Tour Perú, con el que la banda recorre el Perú acompañada de estadounidenses a quienes muestra algo de nuestras costumbres.

La formación del Afro-Peruvian Sextet para el concierto en Lima fue con Gabriel (trompeta) y Laura Andrea (saxo), acompañados por Mario Cuba en el contrabajo, Marco Mosquera en el cajón, Hugo Alcázar en la batería y Yuri Juárez en las guitarras. Los temas presentados fueron “Timming con fuga de tondero”, “La princesa voladora”, “Karachacha”, “La esquina del pensamiento”, “Caras”, “Moon River”, “Carrousel de luces” y “El primer final”.

Gabriel ha editado anteriormente los álbumes “Pucusana” (2005) y “Nuevo mundo” (2007). Por su parte, Laura Andrea acaba de lanzar “Saxofón criollo” (2011). El nuevo álbum del sexteto , aún sin nombre, saldrá el presente año.





Por Daniel Ágreda Sánchez
(Publicado en la Edición 11 de la Revista Siete del 29/01 al 04/02 2012)

Reseñas de discos: Kayhan Kalhor, Philippe Jaroussky & Les Arts Florissants, Laura Andrea Leguía, Rodrigo y Gabriela, The Ting Tings, Phil Collins

I Will Not Stand Alone 
Kayhan Kalhor
World Village, 2012 

I Will Not Stand Alone” (World Village, 2012) viene rompiendo records de venta en casi todo el mundo por varias razones. La primera es que se trata del álbum mejor promocionado del músico iraní Kayhan Kalhor, compositor e instrumentista conocido en occidente por sus trabajos con Yo-Yo Ma y Kronos Quartet, entre otros. El segundo motivo tal vez sea la curiosidad: Kalhor estrena en este disco un instrumento inédito, construido especialmente para él, llamado ‘shah-kaman’. Y el último y fundamental motivo es la belleza de la música que interpreta. Cuenta que estas composiciones son meditaciones sobre un oscuro periodo de su vida, en el que salvó de la muerte gracias al apoyo de sus allegados. Descripciones aparte, uno no necesita ser un conocedor de la música iraní para entender lo que Kayhan Kalhor quiere expresar mediante esta música extraña y al mismo tiempo fascinante. Títulos como “Hear Me Cry” o “Here I Am Alone Again” describen perfectamente lo que uno está escuchando. Si no lo ha hecho antes, preste atención a este representante del Medio Oriente; no se arrepentirá.


Duetti Da Camera 
Jaroussky, Cencic; Christie
Virgin Classics, 2012 

Nos va a quedar chico el espacio para reseñar este tremendo disco, pero ahí vamos. El celebradísimo contratenor Philippe Jaroussky se junta con otro colega, Max Emanuel Cencic, y con el ensamble barroco Les Arts Florissants, todos bajo la dirección de William Christie, para cantar duetos escritos especialmente para voces como la suya. “Duetti Da Camera” (Virgin Classics, 2012) recoge esta forma musical que apareciera a comienzo del siglo XVIII como respuesta al edicto Papal que prohibía la interpretación de la ópera y también la intervención de las mujeres en el canto, lo que determinó el surgimiento del ‘castrato’ como figura predominante. De hecho, se trata de una época oscura y terrible porque, para obtener un ‘castrato’, había que someter a los niños pequeños a una serie de tormentos quirúrgicos y psicológicos brutales que contaban con la venia de la Iglesia Católica. Sin embargo, a tanta crueldad y perversión le sobrevivió la belleza de la música que Jaroussky y compañía nos entregan en este álbum. Anótelo, que de hecho este será candidato al Grammy 2013.


Saxofón criollo 
Laura Andrea Leguía
Saponegro Records, 2011 

Ella es saxofonista del Gabriel Alegría Afro-Peruvian Sextet y a finales del año pasado presentó su primer álbum solista, titulado “Saxofón criollo” (Saponegro Records, 2011). Si bien Laura Andrea Leguía continúa la senda armónica y rítmica de su grupo de origen, su aporte a la fusión del jazz con la música afroperuana es haberle bajado las revoluciones y el volumen al tanque sonoro que resulta ser el sexteto, agregándole generosas dosis de sensualidad, en el sentido más amplio del término. Digamos que, a pesar de que el sonido y el estilo no descubren la pólvora, esto no le quita méritos ni le resta calidad al disco. Incluye versiones de “Estrellita del Sur”, “Puente de los suspiros” y “Mal Paso” junto a temas inéditos como “Mariposas” y “Tarde o temprano”, todos interpretados con el estilo ‘a-la-Coltrane’ característico de Laura Andrea, además de su debut como vocalista de jazz con el estándar “Eva”, también escrito por ella. Participaron en las grabaciones Yuri Juárez, Antonio Vílchez y Pablo Menares en guitarra acústica, cajón y bajo, respectivamente.


Live at Montreux 2004 – 1996 
Phil Collins
Eagle Vision, 2012

Phil Collins tiene poco más de 45 años de carrera; primero fue baterista de jazz, luego músico y vocalista de Genesis y, finalmente, una megaestrella del pop tan exitosa que hasta despertaba antipatías. Pero la estrella de Phil se mantiene incólume, convirtiendo en número uno cada disco que edita. Es el turno de “Live at Montreux 2004 – 1996” (Eagle Vision, 2012), que pasa a engrosar la lista de los DVD con presentaciones en concierto de todos sus éxitos, solo que esta vez trae entre los bonus track el recital completo de la Phil Collins Big Band, combo que tuvo entre sus filas a músicos como Daryl Stuermer, Oleta Adams, Gerald Albright y Luis Conte. Es la primera vez que se muestran las imágenes de estas presentaciones (el CD apareció en 1999), así que demos por descontado que los fanáticos pelearán a muerte por obtener una copia de este disco. Es así como, medio sordo y retirado de los escenarios, Phil Collins conserva el olfato comercial y continúa entregándonos buen pop  para escuchar y para ver.


Área 52
Rodrigo y Gabriela
Ato Records / Red, 2012 

Rodrigo Sánchez y Gabriela Quintero son dos guitarristas mexicanos que se han ganado un lugar en la escena actual, interpretando nuevas versiones instrumentales de clásicos del rock. Lo cierto es que no deja de sorprender que llenen estadios y que, con solo dos guitarras acústicas, generen la misma histeria colectiva que podrían generar Queen y Iron Maden, o que desplacen del número 1 del Billboard en el Reino Unido a artistas como Arctic Monkeys (algo que sucedió en 2006). Pues bien, este año Rodrigo y Gabriela presentan “Área 52” (Ato Records / Red, 2012), álbum que trae novedades en relación con el repertorio usual del dúo. En primer lugar, presenta temas latinos, que si bien ya han grabado en discos anteriores, son presentados ahora con arreglos bastante novedosos. En segundo lugar, cuentan con la participación de músicos como la orquesta C.U.B.A., Samuel Formell, Carles Benavent y Anoushka Shankar. Y, finalmente, la edición de lujo que presentan trae un CD y un DVD, además del ya tradicional vinilo. Se ve que mantienen un público fiel y cautivo.


Sounds From Nowheresville 
The Ting Tings
Columbia, 2012 

No exageramos al decir que “Sounds From Nowheresville” (Columbia, 2012), lo nuevo del dúo inglés The Ting Tings, es uno de los lanzamientos más esperados en el ámbito del pop. No solo porque debe superar en calidad y éxito a su predecesor, “We Started Nothing” (2008), sino que además debe demostrar que el grupo puede mantener su propuesta bailable y sencilla sin repetirse a sí mismo. De hecho, Jules De Martino y Katie White, integrantes del grupo, eran conscientes del peligro que corrían cuando decidieron cancelar el lanzamiento de “Kunst” a mediados del 2010 porque, según ellos, sonaba demasiado parecido al primer álbum. Tampoco es que el nuevo disco suene muy diferente, a juzgar por los dos primeros sencillos editados hasta hoy (“Hang it up” y “Silence”), pero al menos el sonido punk amigable con influencias ochenteras se mantiene fresco y no anuncia un desgaste próximo. “Sounds From Nowheresville” ya se encuentra disponible en Europa desde fines de febrero y saldrá a la venta para el resto del mundo el 13 de marzo en CD, MP3 y vinilo.



Por Daniel Ágreda Sánchez
(Publicado en la Edición 18 de la Revista Siete del 18/03 al 24/03 2012, excepto "Área 52" y "Sounds from Nowheresville", publicado en la Edición 16 de la Revista Siete del 04/03 al 10/03 2012).

sábado, 17 de marzo de 2012

Marika, con "K"


“Un transformista hace con el cuerpo lo que el buen drama hace con la condición humana hasta el punto de mostrar lo absurdo al desnudo. Se trata del teatro de lo ridículo inspirado por un existencialismo extremo donde el objeto del arte ya no es un hecho externo”. Frau Diamanda.

Foto: Boris Mercado.

Centro Histórico de Lima, 10 p.m. Me reciben a la puerta del bar el lobo-hombre parisino, del grupo español La Unión y un puñado de parroquianos que beben gaseosas.

Mucho menos oscuro de lo que imaginé, el Zela Bar (avenida Nicolas de Piérola 961) recibe a los clientes con la amabilidad extrema de sus custodios. Yo llegaba preparado para ver a Frau (Héctor Acuña) y Juca (Juan Carlos Cajigas), integrantes del dúo Porno Stars, en un concierto electromarikapop punk travesti contestatario; estaba mentalizado para desafiar miradas de todo calibre, darle al pogo poderoso, presenciar sexo en vivo sobre el escenario, emborracharme o tal vez fumar un porro, evadir (o sumarme, quién sabe) al sexo casual en los baños, prestarme al chongo de la mariconada ‘in estrictu sensu’. Pero el ambiente, así como está, es apto para todos; buena onda y normalito. Los tiempos cambian y la rebeldía también.

El Zela Bar es inmenso. Ocupa territorio sobre la pista con un local de paredes tranparentes, tipo café restaurante para turistas, simulando el vagón de un tren frente al local principal, este sí sobre el lado correcto de la acera. El primer piso es amplio y bullicioso, pero lo bueno ocurre en el sótano, que es donde se presentarán Los Porno Stars.

Bajo por las escaleras y lo primero que veo, además de un derroche de luces amarillas, es a una niña jugando con unas chapitas que encontró sobre el suelo. Pregunto por los Porno Stars, que aún no llegan, y me mandan a la barra a esperarlos. “¿Cómo los reconoceré cuando lleguen?”, pregunto a quien, sin mucho entusiasmo, vigila la entrada, y este me responde con una carcajada gigante. “No te preocupes, los vas a reconocer al toque!”, me dice él, sin dejar de reír.

Espero 45 minutos sentado a la barra del bar, cerveza helada para el calor y un cigarrillo en la mano para las angustias. Presencio la lenta transmutación del iluminadísimo sótano en una discoteca, con las luces haciendo mutis una por una, salvo las azules y las rojas, que se quedan para revolotear sobre el piso y las paredes llenas de espejos. Suenan por los parlantes y se dejan ver sobre un ecran, al fondo del escenario, la novia que la Honorable Sociedad perdió en Groenlandia, la punta de navaja con que Loquillo amenaza a su amada, la oda a la resaca de Mecano. Y así sucesivamente. Aparecen las chelas y los tragos cortos. el aire se densifica con el humo de los cigarrillos. Los clientes cambian de actitud. Todo empieza a encajar, menos aquella niña que sigue metiendo goles en un arco imaginario.

Héctor Acuña / Frau Diamanda

Foto: Boris Mercado.
Llega Héctor Acuña. Polo verde, blue jeans, cuarenta años, metro setenta tal vez, pelo pintado pero hasta ahí nomás, sin señas particulares que anuncien a la Frau Diamanda que lo cohabita. Quien me dijo que lo reconocería en cuanto lo viese no sabe nada de la vida, pienso, o tal vez sea que conozco a personas demasiado diversas. Se presenta amablemente, me pide esperar a Juan Carlos (Juca) para la entrevista y se marcha para (tras)vestirse. Mientras tanto, más música punk ochentera de fondo para quienes empiezan a armar el escenario con sintetizadores, micrófonos, computadoras... y para de contar, que se va a presentar un grupo de electromarikapop que será él mismo la música, el show y la escenografía.

Llega un grupo de veinteañeros en polo y jean, y otros más formalones, con camisas de manga corta (ellos) y politos de tirantes (ellas). Clase media universitaria de norma heterosexual. La música, cada vez más fuerte, empieza a sonar en inglés: A Flock of Seagulls, New Order, Dead or Alive, Depeche Mode. Los ochenta presagian una fiesta interesante. Pido una nueva cerveza, enciendo otro cigarrillo y recapacito. “¿Qué hago sentado en la barra?”, me pregunto y decido buscar a Héctor, para entrevistarlo mientras se transforma en Frau. Pero él me manda a volar; no quiere que vea el proceso. Entiendo. No soy la clase de periodista que invade el espacio ajeno. Regreso a mi cerveza en la barra. Suena el secreto de la Orchestral Manoeuvres in the Dark mientras observo la transformación del ambiente, nunca mejor dicho.

El alcohol de las cervezas empieza a hacerme efecto. Lo noto cuando la música sube aún más de volumen y levanto la cabeza en dirección a los parlantes, notando que todo me da vueltas un poco. Veo a Juan Carlos Cajigas, que ya llegó y está sobre el escenario, sudoroso y apresurado para la prueba de sonido. Trato de acercarme a él pero pierdo un poco el equilibrio. De reojo, veo a Frau Diamanda aparecer con los labios y los párpados azules, base blanca, chompa verde y plateada iridiscente, licra carmesí, medias celestes, zapatillas blancas. Me toma de un brazo y me propone conversar con ella en el camerino (que además es sala de proyección, sala de sonido, cocina y almacén), ahora impregnado de olor a cosméticos, como si fuera el dormitorio de una mujer.

Entramos. Lo primero que hago es preguntarle en qué radica lo porno de Porno Stars. “Es un juego de palabras para llamar la atención, pero no es la esencia de la propuesta”, me dice Frau Diamanda con voz grave y ligeramente mariconcita. “Juca y yo practicamos la estética drag; nuestro trabajo apunta al activismo político por medio del cuerpo feminizado, travestido, trastocado según el punto de vista de las normas sociales.” Coge una brocha y empieza a retocarse el maquillaje. “No solo hacemos escándalo sobre el escenario con nuestros movimientos y canciones sino que también tenemos una actitud política; al fin y al cabo estamos reclamando por el ejercicio de nuestros derechos y, sobre todo, los de la comunidad transgénero, a quienes representamos”. Ella acerca el espejo a su rostro y se mira a sí misma, una sombra por aquí, otra sombra por allá. “La comunidad travesti sigue siendo marginal en nuestra sociedad y nosotros queremos llamar la atención sobre nuestra situación, ya sea por medio del arte o del escándalo, ayudando a un cambio de mentalidad para que podamos tener acceso a más derechos y a más espacios”.

Carajo. No debí tomar esas cervezas. Esto no va a ser fácil.

Yo elegí ser travesti

Foto: Boris Mercado. 
Me quedo callado por unos segundos que parecieron meses. Solo atino a acotar que “la propuesta es mucho más seria de lo que parece”. “En realidad, sí”, dice Frau. Pasamos algunos meses más en silencio hasta que ella, resignada, suspira y con tono de “¿ustedes los periodistas tienen todos el mismo esquema mental, ¿no?” acota: “contrario a lo que muchos piensan, nosotras trascendemos la desfachatez; pero no te hagas bolas que esto es punk, en el fondo es más simple de lo que crees”. Solo le faltó terminar con un “darling”.

La música afuera suena más y más fuerte, y el público que va siendo más nutrido debe gritar para entenderse al momento de conversar. Y a gritos fue el resto de la conversación con Frau:

– Yo pude ser ingeniero o periodista, conservador o comunista, pero elegí ser travesti y músico. Este es mi tercer proyecto mjusical y es el menos experimental de todos.
– ¿Y el travestismo da para vivir? –titubeo un poco antes de preguntar, no quiero enfadarla.
– Fíjate que sí. Me llaman para hacer shows en horas locas, despedidas de solteros y hasta matrimonios –dice, y observo lo que dibuja sobre su rostro con la brocha cargada de maquillaje–. Pero además estoy vinculada al mundo del diseño y del arte, soy traductor de profesión y curadora de exposiciones artísticas, doy charlas sobre roles de género y orientación sexual, entre otros temas.
– Entiendo… y tu atuendo de hoy, ¿significa algo en especial?
– Es solo la parte visual del proyecto. Sonamos punk pero somos pop en nuestra propuesta visual. Somos antifashion, tenemos la moda de la calle, lo travesti y radical– dice, mientras saca unas gafas estrafalariamente rojas de su bolso.
– ¿Es idea mía, o la comunidad travesti tiene mayor presencia ahora? ¿La sociedad ha cambiado o cambiaron ustedes?
– Creo que hay de ambas cosas. La comunidad trans ha sido históricamente marginalizada y no solo por la comunidad heterosexual capitalista. En la misma comunidad LGBTI hay muchos roces: los gays no se llevan con las lesbianas, las lesbianas con los travestis y los travestis estamos en la periferia… ahora eso está cambiando. Pero las divisiones solo son una muestra de la diversidad, algo que recién estamos entendiendo aquellos que también somos diversos.
– ¿Y cómo ha sido tu preparación, como ser humano, para llegar a este punto de tu vida? –Frau abre las gafas rojas de plástico, con unas rejillas rojas reemplazando a los vidrios.
– Lógicamente, he sufrido todo lo que sufre un homosexual común y corriente: el rechazo de la familia, la marginalidad, los insultos y el bullying, todo eso que vivimos quienes somos diferentes. Pero a la larga, uno puede convertir todo lo negativo en un motor para lo creativo –se coloca, en cámara lenta y con mucha actitud, las gafas–. Es la premisa de lo ‘queer’: apropiarnos de todo lo negativo y convertirlo en una revolución política. Por ejemplo, a mí me gusta que me digan marika pero no maricón; eso sí me llega al pincho. Yo soy marika, pero con K.

Juan Carlos Cajigas / Juca


Foto: Boris Mercado. 
Frau anuncia el final de la entrevista caminando hacia la salida mientras recoge sus cosas y continúa hablando. “Yo me considero transgénero, adopto lo femenino y lo masculino sin paltas. Me da igual que me llamen hombre, mujer, Héctor, Frau, bollo, marika o lo que sea. Ese es el poder que me da la identidad transgénero. Nuestro público es heterosexual, alucina. Creo que resultamos ser demasiado contestatarios para ser acogidos por una comunidad gay que está desesperada por adoptar el modelo heterosexual.” Abre la puerta. “Espera aquí, que Juca ya terminó con la prueba de sonido. Le diré que venga.”

Sale dejando la puerta abierta. A los pocos minutos entra Juan Carlos y me pregunto si él también es homosexual o no, y si valdrá la pena preguntárselo. Me llama la atención el aro de matrimonio en el dedo y le pregunto por él. “Estoy comprometido con mi novio”. Genial, eso me ahorró la pregunta.

Juca ha hecho pintura, teatro y música, cantando y tocando teclados. Estudió enfermería y ahora trabaja como cocinero. Le pregunto por la postura ideológica de Frau, si la comparte. “Ella tiene un rollo político más marcado con eso del transformismo”, dice. “Yo he hecho performances pero casi siempre estoy como me ves”. Jeans y camisa verde, a punto de entrar en la treintena pero aparentemente mucho menor, será por la baja estatura. Pasaría desapercibido en la facultad de letras de cualquier universidad. “Todos me dicen que soy un niño eterno, pero en el escenario crezco, je je”.

“Porno Stars comenzó como un juego, viendo las bandas de otros países donde el cantante es un travesti. De hecho es jodido porque no somos una banda común, mucho menos para la movida limeña underground”. Juca se ve cansado y tenso; pasó cerca de media hora tratando de ajustar el sonido de los equipos al estándar del grupo y parece que la tuvo difícil porque no quiere hablar de eso. Prefiere referirse a la asoción de lo gay con el desenfreno sexual: “sé que la gente espera performance terribles cuando viene a vernos; a veces nos dicen que no pueden presentarnos como Porno Stars sino como ‘Frau y Juca’. De hecho, nunca mencionan que somos un dúo gay o marika.”

Elektromaricapop

Juca se disculpa. Quiere relajarse un poco antes de su presentación. “Sería chévere venir a tocar y encontrar todo enchufado, no tienes idea de cómo detesto hacer conexiones”.

Salimos del camerino. Él a la calle y yo a la barra por la tercera cerveza helada; hace demasiado calor en este sótano. La música se pone más bulliciosa y más oscura: Gary Numan, The Clash, Björk. El público, me incluyo, refrescamos nuestra humanidad en cervezas al polo. Ru Paul revolotea proyectado en el ecran y multiplicado por los espejos. El calor empieza a ser insoportable pero se respira la fiesta con olor a cerveza y cigarrillos.

Foto: Boris Mercado.

Frau se mezcla con nosotros. Va de mesa en mesa a conversar y por unos minutos se sienta en una de ellas, solo e inmóvil. Las luces la iluminan. Chilla Mika en los parlantes, diciéndonos “relájense, tómenlo con calma, nenes”. El local se llenó de heterosexuales, homosexuales de ambos lados del clóset y chicas todoterreno.

Foto: Boris Mercado.
Empieza el show con Eric Rabina, telonero que suena como el cruce de Brian Eno con John Zorn bajo los efectos del poppers; hiperdisplicente, solo le falta maullar. La gente está ratoneadísima y empieza a bailar, por lo menos las chicas. Estamos todos borrachos y empapados en sudor. Sobre el ecran ahora hay travestis más urbanas, casi familiares. Las chelas se entibian en cuestión de segundos. Es la una de la mañana y se armó la juerga en el otrora bar luminoso apto para todos. Por cierto, no queda rastro de la niña de las chapitas.

Sube al escenario Juca. Frau, desde el llano, anuncia el inicio de todo. El público presta atención. “Somos Porno Star y hacemos electromarikapop”. Y arrancan con un tema que samplea una declaración harto reconocible: “porque el homosexual no tiene que ser un maricón o un tipo escandaloso”, en la voz de Phillip Butters, se repite tantas veces que nos queda claro a todos que esto va a ser diversión y reflexión en dosis similares.

Siguen temas enérgicos como “Póntelo”, “Chico plástico”, “Puntos” y “Traca robótica”. Invitan al baile. Cualquiera podría ser un hit. Frau tiene una performance impecable, posando como modelo en sesión fotográfica mientras canta. Juca se crece tras las computadoras, dejando atrás la timidez. Ambos mariconean de alma con la complicidad del respetable. Todos soltamos las trenzas. Si Phillip Butters nos viera, ¿se atrevería a patearnos a todos?
Foto: Boris Mercado.
Los músicos definen el techno, pop o punk como el “punchi punchi punchi”, por el sonido de las percusiones, y muchos lo menosprecian porque, piensan, no es muy creativo. En realidad, sucede que no es melódico, y que debe ser escuchado bajo contexto. “Chico plástico me llaman, aunque yo no quiero ir a la cama”. “¡No, no, no, no, no! ¡No estás misio!”. Dos chicas guapetonas se besan en la penumbra por allí. Hay un conato de pelea por allá. “Sexo, drogas y alcohol”, dice otra canción. A estas alturas, todos estamos sudados, borrachos y bailando.

“Ahora viene algo bien mariquita”, anuncia Frau. Y con su permiso, yo también me sumo al juergón.  Dejaré de escribir; el alcohol y el electromarikapop hicieron su efecto. Soy uno más del público y también tengo derechos: al baile y a la perdición.

http://www.myspace.com/lospornostars


Por Daniel Ágreda Sánchez
Fotografías de Boris Mercado.
(Publicado en la Edición 10 de la Revista Siete del 22/01 al 28/01 2012)

En la cima... siempre en la cima

Lleva 25 años de carrera artística pero ha producido mucho más, en cantidad y calidad, que cualquier coetáneo. Desde aquel primer álbum en el que mezclaba jazz y canción francesa, hasta la ópera que acaba de estrenar en Nueva York, el canadiense Rufus Wainwright parece no estar interesado en descansar. 


Empezó el 2012 con más de un proyecto en agenda. Primero, estrenaría oficialmente la ópera “Prima Donna”, proyecto que empezó hace más de cinco años y que recién tomó forma definitiva en noviembre de 2011; luego, editaría un álbum de música deliberadamente pop, tan comercial como le fuera posible. Y eso solo para los primeros meses del año.

Escena de “Prima Donna” (Crédito: Wall Street Journal).
Fue así como estrenó por todo lo alto “Prima Donna”, la historia de una diva del mundo lírico que va perdiendo progresivamente su voz y popularidad, situación que la lleva a aislarse del mundo y la enloquece. Para su debut como compositor lírico, Rufus eligió nada menos que el New York City Opera. Sin embargo, las críticas no le fueron favorables: “No es la gran cosa pero al menos se deja escuchar”, tituló The Inquirer en su portada.

Solo fuegos artificiales

Pero los demás críticos no fueron tan benevolentes. “No tiene un argumento que valga la pena ni picos emocionales en la historia (…) parece una mala versión de ‘Sunset Boulevard’”, sentenció Heidi Waleson, del Wall Street Journal. Y prosiguió: “Si una orquesta masiva y unos acordes ingeniosos fueran suficientes, esto sería una buena obra, pero parece compuesta por un programa de computadora mezclando los clichés de viejas óperas.”

Aun más lapidario fue James Jorden, del New York Post, quien terminó su larga paliza anotando que “la orquesta saturaba todo el tiempo y no dejaba escuchar las voces de los cantantes, pero con música tan mediocre no es una tragedia perderse una que otra nota”.


Y bueno, Rufus ha vivido peores cosas en su vida y, como todo adicto a la música, sabe que no será ni el primer ni el último compositor al que la crítica vapulee mientras que la historia se encarga de reivindicarlo en años futuros: desde Monteverdi hasta Shostakovich, ninguno se ha salvado del veneno de los críticos. Mucho menos, su amadísimo Verdi.

Pero no exageramos cuando decimos que Rufus la ha pasado peor durante su vida.


Rufus Wainwright nació en 1973 en EEUU, aunque creció en Canadá. Es hijo del cantautor y actor Loudon Wainwright III (conocido por sus roles en la serie “M*A*S*H” y las cintas “Virgen a los 40” y “Elizabethtown”) y de la cantante, compositora y pianista Kate McGarrigle (1946-2010), famosa en los setenta por el dúo que formara con su hermana Anna. A esto debemos sumar que su tía es la jazzista Sloan Wainwright y que su hermana Martha, con quien jugaba de niño a interpretar las muertes de Tosca, Mimí y Cio-Cio San, también es una estrella de la música.

El Mesías gay

En un ambiente tan musical y bohemio, con padres y tíos llenos de mundo, no fue raro que Rufus creciera obsesionado con la música y otras artes, y que también tuviera menos problemas que los demás adolescentes para aceptar abiertamente su homosexualidad. Desde niño quiso interpretar a Dorothy y sabía de memoria todas las líneas del “Mago de Oz”, cinta protagonizada por Judy Garland, a tal punto que su madre lo despertaba en las madrugadas para que interprete a piano y voz, para deleite de las visitas, “Somewhere Over the Rainbow”, cuando apenas tenía ocho años de edad.

A los 14 años, mientras coqueteaba con un sujeto mucho mayor que él, fue asaltado y violado en Londres, hecho que ocultaría durante cinco años, luego de los cuales empezó a consumir drogas duras y a vivir al filo de todo, frecuentando bares de mala muerte y teniendo sexo con desconocidos.

Rufus, en la portada de una revista gay.
Sin embargo, su inquietud musical continuaba viva y fue así que entre 1994 y 1997 le dio forma su primer álbum, “Rufus Wainwright” (DreamWorks, 1998), producido por Jon Brion, en el cual mezclaba la ‘chanson’ francesa con jazz, ópera, pop, rock, música de cabaret y aires flamencos. El tema más conocido, “April Fools”, venía acompañado por un colorido videoclip dirigido por Sophie Müller y en el cual se mostraba a Rufus conviviendo con seis mujeres: Carmen, Tosca, Mimí, Cio-Cio San y Gilda, personajes extraídos del mundo de la ópera.

En este disco también quedaba claro que todas las canciones de amor estaban dirigidas a otro hombre, algo que el compositor puso como condición para firmar su contrato: “no voy a mentirle al mundo ni a mí mismo aparentando algo que no soy; mis canciones hablan del amor homosexual”.

Mundo de vicios

Los críticos musicales quedaron maravillados y aunque el disco no fue un éxito de ventas, tampoco fue un fracaso. Mantuvo un público cautivo y variopinto que, con el paso de los años, aumentaría en cantidad y calidad. A su aclamado primer álbum le siguió “Poses” (DreamWorks, 2001), que llegó al N° 117 del Billboard 200 estadounidense; nada mal para un artista tan hermético y poco dado al mainstream. Este mismo disco llegó al N° 1 de los rankings alternativos y recibió, además, premios como el GLAAD Media Awards y el Juno Awards.


Sus dos siguientes discos estuvieron marcados por su creciente adicción a la metadona y los excesos artísticos. En “Want One” (DreamWorks, 2003) y “Want Two” (Geffen, 2004), llegó al extremo de meter dos orquestas sinfónicas completas en un mismo estudio de grabación, además de reclutar a toda su familia como músicos de sesión y de contar con artistas del calibre de Antony Hegarty, Teddy Thompson, Van Dyke Parks y Sterling Campbell bajo la producción de Marius De Vries.


A estas alturas, Rufus Wainwright ya tenía un nombre ganado por derecho propio en el mundo del espectáculo, y las grandes estrellas de todos los géneros musicales y todas las artes se peleaban por ser sus amigos. Por eso no sorprende que, tras tocar fondo luego de una sobredosis que casi lo lleva a la muerte, Rufus se diera el lujo de levantar el teléfono y pedirle ayuda a su íntimo amigo Elton John, quien corrió a sacarlo del abismo.

Liberando estrellas

Tras una intensa terapia de rehabilitación, la suerte de Wainwright mejoró notablemente. Si ambos álbumes del díptico "Want" ocuparon posiciones expectantes en los charts, fue con “Release the Stars” (Geffen, 2007), que llegó al puesto 20 del Billboard 200 en EEUU y ocupó los primeros lugares de los charts europeos. También fue el pretexto para realizar la extensa gira que luego sería documentada en el álbum en vivo “Milwaukee at Last!” (Decca, 2009), y en medio de la cual encontraría al amor de su vida, Jörn Weisbrodt, administrador y erudito en arte. De hecho, recientemente anunciaron que contraerían matrimonio en algunas semanas.

En el interín, lanzó un documental sobre su vida llamado “All I Want” (Universal / Geffen / Isis, 2005) y otro documental sobre el proceso de composición de “Prima Donna: The Story of an Opera” (Isis / Decca, 2009). Sin embargo, su proyecto más estrafalario (y mejor logrado, según muchos) fue la reinterpretación nota-a-nota del célebre concierto brindado por su ídolo de infancia, Judy Garland. “Rufus Does Judy at Carnegie Hall” (Geffen, 2007) fue editado como álbum doble y como DVD, y le valió su única nominación al Grammy hasta la fecha, como “Best Traditional Pop Vocal Album”.


Hasta ese momento, la carrera de Rufus Wainwright no podía ir mejor. Enamorado, libre de las drogas, respaldado por la crítica y el amor incondicional de un público que se cuenta por millones en todo el mundo, parecía que no podría superarse a sí mismo. Sin embargo, el fallecimiento de su madre en 2010 influyó en su decisión de grabar “All Days Are Nights: Songs for Lulu” (Decca, 2010), un ‘tour de force’ a voz y piano, al que la crítica mundial no pudo amar más.


Amores reales

Tras esta experiencia, decidió terminar de escribir y poner en escena su primera ópera … además de tener una hija con Lorca Cohen (a su vez, hija de Leonard Cohen). Viva Katherine Wainwright Cohen nació en febrero de 2011 y es criada actualmente por Rufus y Jörn.

Tras editar un ambicioso boxset titulado “The House of Rufus”, con 19 CD y DVD que recopilan todas y cada una de las movidas del canadiense, presentará en abril “Out of the Game” (Decca/Polydor, 2012). Como él mismo dijera en una entrevista para la BBC, “este disco está orientado al folk rock y al pop; personalmente, me suena a uno de Fleetwood Mac. Indaga en las atmósferas que pueden crearse con los arreglos musicales y corales, pero siempre en clave de pop.”

Rufus también ha colaborado a lo largo de su carrera con diversos artistas y bandas sonoras. Le puso voz al “Hallelujah” de Leonard Cohen para “Shrek III”, a “Across the Universe” para “Mi nombre es Sam” y a “King of the Road” y  “The Maker Makes”  para “Brokeback Mountain”, entre otras. Si bien parece haberlo hecho casi todo, siempre descubre una nueva veta que explorar. Así que, fanáticos del mundo, todo parece indicar que tendremos Rufus para rato.


(Publicado en la Edición 17 de la Revista Siete del 11/03 al 17/03 2012)
Enlaces relacionados:
Sobre el lanzamiento de "The House of Rufus"

Actualización al 16/03/2012: Rufus Wainwright invita a remezclar uno de sus nuevos temas y a participar en un concurso. Primer premio: Mil dólares, promoción en la web, un vinilo autografiado y la edición deluxe de "Out of the Game". Las bases (y los tracks para las mezclas) están disponibles aquí.

jueves, 15 de marzo de 2012

Crónicas de rabia y coraje


Sinead O’Connor ya no es más la esbelta joven irascible de apariencia frágil, cautivante belleza y ojos expresivos que dice lo que piensa y hace lo que quiere. Ya no es joven ni esbelta (¡como si a ella y a sus fans nos importara eso!), pero todo lo demás lo mantiene intacto. ¡Vaya que sí!


“La ira es el primer paso en el camino hacia el coraje”. Esta frase de San Agustín fue citada por Sinead O’Connor en una entrevista concedida a un diario italiano, allá por 1997, cuando trató de explicar por qué había hecho pedazos la foto del entonces Papa, Juan Pablo II, durante una presentación en el programa Saturday Night Live, el 3 de octubre de 1992. Sinead hubiese pasado el resto de su carrera disculpándose y siendo víctima del boicot de la iglesia católica en casi todo el mundo, de no ser porque la razón de su constante enojo con la iglesia (el abuso sexual a los niños por parte de sacerdotes católicos) ya no pudo ser callada, especialmente en Irlanda.

Cuando el escándalo estalló, la prensa recordó aquel incidente de Sinead y le dio tribuna nuevamente; hasta tuvo una columna semanal en el diario irlandés Sunday Indendent, en las que Sinead habló de sexualidad, fundamentalmente. Cantante, compositora y pianista, Sinead llegó a la cima del éxito con su versión de “Nothing Compares 2 U” (compuesta por Prince), que logró el número uno en todo el mundo por varias semanas e hizo que su segundo álbum, “I do not want what I haven't got” (1990), colocara nada menos que siete millones de discos de un solo envión. Tres años antes, el mundo la había conocido con “The lion and the cobra”, el álbum debut que trajo temas como “Mandinka”, “Troy” y “The emperor’s new clothes”. Hacia 1992, Sinead O’Connor seguía siendo una de las artistas más queridas y respetadas en todo el planeta.

Madre del universo

Hasta que vino todo el problema con la foto del Papa. Desde ese momento, la iglesia presionó, el público creyente no paró de abuchearla en cuanto concierto se presentó y la prensa la boicoteó, especialmente en Estados Unidos. “Am I not your girl?” (1992), un álbum con versiones de clásicos del jazz y otros estándares, apenas vendió millón y medio de copias. “Universal Mother” (1994) corrió la misma suerte, pero la diferencia es que este último podría ser considerado como uno de los mejores discos de la historia del rock.


Desde entonces, Sinead hizo más noticia escandalizando al sector cucufato de la sociedad antes que con su música. El EP "Gospel oak" y el compilatorio "So far... the best of Sinéad O'Connor", editados en 1997, parecían anunciar el accidentado ocaso de la estrella irlandesa, cuya entereza empezaba a resquebrajarse según comentaban sus amigos y familiares.

Divorciada del productor John Reynolds, O'Connor hizo pública su etapa experimental con parejas de ambos sexos; también se peleó, amistó y volvió a pelearse con varios colegas artistas, entre ellos los integrantes del grupo U2, con quienes siempre mantiene discrepancias políticas. En 2000 se ordenó sacerdotisa en un grupo independiente de la Iglesia Católica y editó “Faith and Courage”, que si bien no fue récord de ventas, al menos pareció marcar su reconciliación con el público estadounidense, tal vez por ser reflexivo y espiritual. Luego vinieron “Sean-Nós Nua” (2002), “Throw Down Your Arms” (2005), un álbum con raíces musicales en el reggae, y “Theology” (2007), que sirvieron también como registro de su cambio de credo hacia la religión rastafari.


Mujer soltera busca

Hace unos años, en su columna del Sunday Indendent, Sinead O’Connor aprovechó para hacer una curiosa convocatoria: dijo buscar “un voluntario para practicar el kamasutra con ella, hambriento de sexo, con residencia irlandesa y más de 45 años, que no se depile ni utilice cremas y que contemple el sexo anal entre sus prácticas amatorias; tienen prioridad los bomberos, jugadores de rugby, agricultores y Robert Downey Jr. Abstenerse quienes se pinten el cabello y aquellos que se llaman Bryan o Nigel. Requisito indispensable: estar lo suficientemente ciego como para encontrarme hermosa”.

Al parecer el pedido no fue tan descabellado y Sinead pudo encontrar al hombre ideal, porque el 9 de diciembre de 2011 contrajo nupcias con Barry Herridge, en una brevísima ceremonia realizada sobre un Cadillac rosado... aunque tan solo 16 días después la flamante pareja se divorciara por motivos no especificados... para luego volverse a casar. Como vemos, Sinead sigue siendo la misma.

Y no solo eso. Al parecer, Sinead ha encontrado también la fuerza para componer y cantar, nuevamente de regreso al pop. En febrero de este año será editado “How about I be me (and you be you)?”, el noveno álbum de su carrera, esta vez con el sello One Little Indian. Como menciona la propia artista, se trata de diez canciones accesibles para el gran público, incluso para las radios comerciales, con canciones como “Old lady”, “Queen of Denmar”, “4th Vine Street” y “Take off your shoes”.

Si bien nunca estuvo del todo ausente del ambiente musical, muchos esperábamos su regreso al gran ruedo del rock. Y por supuesto, también estamos al pendiente de sus declaraciones y desenfados porque, parafraseando su más famosa canción, nada se compara a ella.


Por Daniel Ágreda Sánchez
(Publicado en la Edición 34 de la Revista Phantom Enero/Febrero de 2012)
Enlaces relacionados:
Sobre  “How About I Be Me (And You Be You)?” (One Little Indian Records, 2012).