miércoles, 7 de mayo de 2014

Celebrando la vida con odas a la muerte

Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

César Vallejo, “Los heraldos negros” (1918)


Sitkovetsky Trio
Dvořák, Smetana & Suk: Piano Trios
BIS, 2014

La muerte siempre es una posibilidad y es la única certeza. La respetamos, le tememos (o tal vez ya no, según como nos haya ido en la vida) y siempre la queremos lejos de casa. Y algunos de nosotros solo la toleramos cuando se trata de obras de arte que la abordan como eje temático.

En su álbum debut para el sello discográfico BIS, la apuesta del Sitkovetsky Trio (formado en Gran Bretaña en 2007) tiene, precisamente, como tema transversal la muerte, o más bien la situación del ser humano frente a ella. Las tres obras que integran el álbum “Dvořák, Smetana & Suk: Piano Trios” giran en torno a la muerte de seres queridos por compositores cuya producción se caracteriza por la facilidad con que transmiten sus sentimientos mediante sus trabajos.

Alexander Sitkovetsky (violín), Leonard Elschenbroich (cello) y Wu Qian (piano) arremeten con un disco consagrado a dos monstruos de la música, Antonín Dvořák y Bedřich Smetana, y cierran la travesía con una adaptación para trío de Josef Suk (el abuelo), nada menos que la “Elegía (bajo la influencia del poema épico ‘Vyšehradu’ de Zeyer) para violín, cello, cuarteto de cuerdas, armonio y arpa, Op.23” (1902). El pomposo nombre da cuenta, más o menos, de la carga emotiva de la pieza. De Dvořák nos ofrecen el Trío para piano No. 3 en Fa menor y de Smetana, el trío para piano en Sol menor.

Los Sitkovetsky (apellido que aparece una y otra vez cuando se trata de violinistas) se formaron en 2007, en el Yehudi Menuhin School. Desde entonces han ganado importantes premios casi cada año, mientras sus integrantes mantienen vivas sendas carreras solistas, todas muy celebradas pese a (o a propósito de) su juventud.

De la muerte a la vida

Usualmente con las grabaciones de música clásica sucede una de dos cosas. O bien la interpretación carece de personalidad y nos deja escuchar las composiciones apenas por la superficie (digamos, con más o menos el mismo efecto que una versión en midi) o bien los intérpretes le ponen su sello personal para convertir la obra y convertirse ellos mismos en un vehículo expresivo. Personalmente, prefiero y por mucho a los de la segunda estirpe.


Sitkovetsky Trio, precisamente, le impone un sello muy particular a las obras que interpreta en este álbum. No las lleva por el lado sombrío porque, entre otras cosas, las composiciones en sí mismas no son perpetuamente oscuras y algunos de sus pasajes demandan cierta pericia en la ejecución que difícilmente podríamos relacionar con sentimientos apesadumbrados. A cambio, le ponen punche en aquello donde tiene que ir, sin miedo a lindar con lo festivo cuando la música se desborda en belleza y velocidad. El resultado es, más bien, épico pero en el sentido shakesperiano: el hombre contra su destino, en una lucha perpetua que evidentemente perderá en algún momento pero no sin dar batalla. Esto es lo que queda claro, por ejemplo, en la interpretación de la obra de Dvořák, escrita en algún momento entre el padecimiento de terribles enfermedades y las casi inmediatas muertes de su madre y de su gran amigo Smetana.

Con Smetana, más bien, el trío baja las revoluciones y el piano, que tiene la voz cantante, parece bajar al llano y dialogar con el cello y el violín. La exposición de los temas queda tan clara que casi podría decirse que se trata de una obra narrativa. Se supone que atendemos a la exposición de la impotencia y la resignación de un padre al perder a una de sus pequeñas hijas; es así como escuchamos en el piano el sonido de la personalidad (prístina y bella) de la niña, la tristeza de los padres en el violín y la presencia de la muerte amenazante en las melodías del cello. Sin ser música descriptiva, todo encaja tan bien que, conociendo la historia en torno a este trío para piano, es imposible que no se nos escape por ahí alguna lágrima al escucharlo, especialmente en las notas fúnebres que forman parte del final del segundo movimiento.

Lo de Suk viene por una onda menos dramática; la elegía se la compuso al fallecimiento de un amigo, el escritor JuliusZeyer, con quien trabajó en reiteradas oportunidades musicalizando sus obras teatrales. Cuenta la historia que la pieza excedió la calidad de lo que se supone tendría que ser un tema para acompañar un funeral, a tal punto que es casi un obligado en los funerales célebres por tierras checas y aledañas en su versión para trío con piano. Y con ella, Sitkovetsky Trio opta por el lirismo interpretativo, como queriendo acompañar en voz baja las oraciones y reflexiones de los deudos. Esto, evidentemente, contrasta con las interpretaciones de las piezas previas, convirtiéndose en un excelente cierre del disco.

El álbum, del que huelga decir que es muy bueno, fue grabado en Inglaterra (Potton Hall Suffok), en abril de 2013 al cuidado de Marion Schwebel, de Take 5 Music Production, y la producción ejecutiva de Robert Suff. La edición de los textos del libreto adjunto (Jean-Pascal Vachon, Andrew Barnett, Horst A. Scholz), así como el diseño y las fotografías (Benjamin Ealovega) mantiene la calidad acostumbrada por BIS. 

Para variar, en la página de AllMusic puede escucharse algunos fragmentos del disco. Si quieren agregar este excelente álbum a su discografía personal, pueden recurrir al distribuidor exclusivo de BIS en Perú: Palco (los encuentran en Facebook y Twitter). Y si le van más a las copias virtuales, este es el link para iTunes.


jueves, 1 de mayo de 2014

Bach, del cello a la viola y sin quemarse el pan

Chistes crueles sobre violas:
  1. ¿Cuáles son las diferencias entre un violín y una viola? Pues que la viola arde más tiempo, que en la viola cabe más cerveza y que el violín puede afinarse.
  2. ¿Cual es la diferencia entre un trampolín y una viola? Pues que hay que quitarse los zapatos antes de saltar sobre un trampolín.
  3. ¿En qué se parece un rayo a los dedos de un viola? En que ninguno de los dos cae dos veces en el mismo lugar.
  4. ¿En qué se parece una bomba a un solo de viola? En que cuando ya los escuchaste es demasiado tarde para remediarlo.
  5. ¿Por qué a los violas no les gusta el Kama Sutra? Porque no pueden con más de dos o tres posiciones.

Para ver más chistes crueles sobre violas haga click aquí.

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Maxim Rysanov
J.S. Bach: Suites Nos. 2, 3, 6
BIS, 2014


La viola no es un instrumento muy popular en el mundo de la música clásica. No puede competir con el protagonismo histérico del violín (mejor dicho, con el de los violinistas), mucho menos con la furibunda sensualidad del cello… y del piano ya mejor ni hablemos. Hasta el clarinete ha tenido mejor suerte en estos años, con la incursión del clan Ottensamer (y, específicamente, con el debut discográfico de Andreas). Ni mencionemos la diversidad de formas en que un director de orquesta puede, batuta en mano, meterse al respetable en cualquiera de sus bolsillos con unos cuantos movimientos y ademanes. Y sobre los cantantes… ay, los cantantes: del escote de Elīna Garanča a las miradas seductoras del niño bueno de Jonas Kaufmann, pasando por el carisma de la Lemieux, la energía de la Damrau, el sex Apple de Pape, el hechizo de Domingo… definitivamente, optar por la viola es tener la vocación con un perfil muy bajo. 

Maxim Rysanov (http://www.auditoriomigueldelibes.com)
Y sin embargo, existen. Existen e interpretan composiciones para viola, arreglos oficiales de obras para violas y experimentos interesantes para dicho instrumento. Es que los violas están ahí, y no son pocos quienes han dejado huella en el mundo de la música: William Primrose (Glasgow, 23 de agosto de 1904 - Utah, 1 de mayo de 1982) está considerado el mejor violista de todos los tiempos (aunque los violas más eruditos dicen que solo sería el de su tiempo) y destacó con un repertorio no precisamente escaso. Discípulo de Primrose fue Joseph dePasquale (Filadelfia, 1919), por nombrar otro célebre violista. Hay muchos más, pero en tanto que no son muy conocidos, no sería muy pertinente hablar de ellos en estas líneas.

Recientemente, viene destacando el joven violista ucraniano Maxim Rysanov, quien acaba de lanzar hace poco más de un mes el segundo volumen de sus versiones de las suites para cello de J. S. Bach, en arreglos de Simon Rowland-Jones.

Las suites 

Rysanov tiene todo lo que puede necesitar un músico contemporáneo para destacar: el talento, el 'look', la inquietud por lo experimental y la evidente dedicación para enfrentar partituras de dimensiones míticas como las suites para cello. También es un buen director de orquesta y en ambas facetas ha tocado con medio mundo hasta la fecha (sería ocioso mencionar su currículum, para información más detallada mejor visiten la web oficial).

Las suites para cello de J. S. Bach no son poca cosa en ninguna de sus adaptaciones. En un primer momento fueron consideradas un mero grupo de ejercicios para el estudio del instrumento y no fue hasta que Pau Casals les devolvió su lugar como obras artísticas por mérito propio, allá por las primeras décadas del siglo XX, que el mundo abrió los ojos y los oídos a este conjunto de bellísimas obras de arte.


Fruto de su tiempo, las suites (en general y para instrumentos solistas en particular) tomaron su forma definitiva con sangre, sudor y lágrimas, entre la revisión académica de ciertos postulados teóricos musicales y la revuelta social por las guerras del siglo XVII, que enfrentaron juntos y alborotados a polacos, españoles, alemanes, italianos, ingleses, daneses y franceses. Las suites, finalmente, son piezas para la danza (para bailar, más precisamente) aunque en el siglo XXI pocos sean quienes puedan encontrarle el saoco; sin embargo, un oído medianamente entrenado y una mente medianamente libre de prejuicios detectarán el sonido festivo y difícilmente se resistirán a mover cuando menos una patita al compás de la Sarabande o del resto de danzas provenientes de las nacionalidades antes mencionadas.

J. S. Bach, como se sabe, fue un experto en las “recicladas” musicales, del material propio y del ajeno, aunque en su defensa diremos que era una costumbre heredada del Renacimiento y el Medioevo, cuando los derechos de autor no estaban en la mira de ningún compositor e incluso el mismo concepto de "compositor" no significaba lo mismo que para nosotros, así que difícilmente podríamos achacarle plagios. Hay que meterse en la cabeza y en la época de Bach… pero no tanto, que no se sabe cuánto de descaro hubo o no en sus "recicladas". Decimos esto porque no sabemos cuánto de propio o de inédito hay en estas obras suyas... como en todas las demás.

Del cello a la viola

Primer volumen, editado en 2010.
Rysanov es ucraniano, y como tal es difícil que pueda desligarse de la influencia de la escuela rusa en que se formó, la cual transforma en romántico (o nacionalista) todo lo que toca. Por otro lado, también ha intercambiado experiencias en diversas ciudades de Europa (actualmente radica en Londres) y esto le ha permitido entrar en contacto con la interpretación contemporánea del barroco, con sus revisiones de las partituras originales y con los instrumentos de época. Su viola es una Giuseppe Guadagnini (1780) y entre sus arcos cuenta con un Hill & Bernard y un Alfred Lamy (ambos utilizados en estas grabaciones).

Pues bien… dicho esto, lo que se evidencia en las interpretaciones de estas suites es, precisamente, la amalgama entre la escuela rusa y los aprendizajes sobre barroco (el mismo Rysanov da cuenta de esto en sus comentarios sobre las grabaciones, señalando que le costó dejar de tocar a Bach pesadamente, con mucho sostenuto y exceso de vibrato). Por lo demás, es poco lo que puede añadirse a esta buena performance.

Segundo volumen (BIS, 2014).
Han pasado cuatro años desde su primera entrega de las suites (BIS, 2010) y se hace evidente la evolución en cuestiones como la seguridad y la confianza con que aborda esta vez cada suite, lindando con la desfachatez en el buen sentido de la palabra, apropiándose de ellas, asumiendo y aprovechando la especificidad del sonido de la viola a diferencia del cello sin temerle a las malditas comparaciones; de hecho, la suite No. 6 mantiene la tonalidad original de Re mayor. Lo interesante es que, como las violas poseen un registro aparentemente a medio camino entre los agudos del cello y los graves del violín, se hace cómodo para el oyente enfrentarse a la incertidumbre del resultado: no suena como un cello, de hecho le quita el tono lúgubre de los graves, pero tampoco cae en la (a veces insoportable) belleza del sonido del violín. Estas suites tienen su propia personalidad. Y como es poco común escuchar violas en el protagónico y a solas contra el mundo, el simple hecho de descubrir el particular sonido del instrumento, con su belleza y su sentimiento propios, garantiza el disfrute de la grabación.

Sobre la interpretación, si debe serse objetivos, solo cabría mencionar que las dificultades técnicas, especialmente las de la suite No. 6, se hacen un poco evidentes no en cuanto a la ocurrencia de errores sino a la forma como el sentimiento se diluye un poco en aras de la perfección interpretativa. A diferencia, por ejemplo, de la No. 2, en que el timbre de la viola es un crisol de emociones (justamente, esa suite es la que interpreta con un arco diferente, el Hill & Bernard, y como bien apunta el intérprete, sin un apoyo para el hombro). A diferencia del primer volumen, el estilo romántico ya no se filtra entre los esfuerzos de Rysanov por procurarse barroco, más bien aparece como acento delicado en esta revisión del estilo barroco… y esto no necesariamente es malo (ni bueno, queda a gusto del oyente).

La grabación de este disco se realizó entre junio de 2012 y mayo de 2013, aunque de manera intermitente. Este lapso de tiempo demuestra que Rysanov se tomó las cosas con calma, considerando además los años que separan este álbum del primero.

El sonido de la grabación estuvo a cargo nuevamente de Hans Kipfer y Marion Schwebel, mientras que la producción ejecutiva corrió a cargo de Robert Stuff. Las traducciones de los textos al inglés, francés y alemán parecen correctas, así como correctísima resulta ser la fotografía de portada: el disco se ve como suena y transmite el espíritu que subyace tras las interpretaciones. En suma, se trata de un álbum muy bueno cuyo único punto en contra tal vez sea el hecho de que el texto del folleto repite la misma información sobre las suites y sobre Bach que el primer volumen, aunque el mensaje al oyente por parte de Rysanov sí es diferente y da cuenta de los progresos en sus estudios de estas obras. En general, se debió aprovechar para adicionar ideas, historias, chismes… esto no ayuda mucho a quienes aún no se deciden entre apostar por un original y una copia pirata, pero también es cierto que quienes se aventuren a escuchar esta revisión para viola de las suite probablemente sepan bastante más sobre el tema de lo que pueda ofrecerles un texto de ocho carillas. 

En la página de All Music puede escucharse algunos fragmentos del disco. Ahora, si viven en Perú, pueden contactarse con el distribuidor exclusivo de BIS: la tienda Palco (aquí el link al Facebook y al Twitter), donde encontrarán ambos volúmenes. O, si no pueden esperar, también los encuentran en iTunes.