miércoles, 24 de enero de 2018

Chrissie Hynde: Reckless (A todo riesgo)

Si uno es fanático de Pretenders, muchas de las cosas que cuenta Chrissie Hynde en “A todo riesgo” no llegan a sorprender; sorprende lo que ella dice sobre esas cosas. El libro empieza con su infancia y
termina con la muerte de Jimmy Honeyman-Scott y Pete Farndon, guitarrista y bajista del grupo, por sendas sobredosis.

En el ínterin Hynde narra sin mucho entusiasmo suceso tras suceso hasta que el libro despega justo cuando la banda es creada y empiezan a tocar; en ese punto la lectura atrapa. Antes de esto, puede resultar cansino enterarse de las aventuras sexuales, etílicas y farmacéuticas de Hynde —aunque, como apunto más adelante, otros son los tópicos que van amarrados en la primera parte del libro—. Excepto porque la pluma se le da naturalmente y consigue entretener a pesar de repetir ciertas anécdotas una y otra vez aunque con distintos protagonistas.

Además, guiño para fans, casi cada capítulo del libro brinda claves para entender sus canciones: Precious, Kid, Brass in Pocket, The Wait, Tattoed Love Boys… sobre este último tema giró la controversia que alimentó varias páginas de tabloides. Hynde se asume responsable de los abusos sexuales que sufrió a lo largo de su juventud por andar colocada, bebida o simplemente por estar en compañía de hombres peligrosos. Esto es algo por lo cual las feministas cargaron contra ella aunque, a diferencia de otros casos, no hubo disculpas sino más bien una defensa del argumento por parte de la autora. Total, es Chrissie Hynde y sanseacabó.


Lo que sí queda clarísimo es que Hynde y Pretenders casi se van por el caño a causa de las drogas, en un mundo en el cual ser artista de rock iba o va de la mano con el desbande de sexo y drogas. Hynde lo cuenta todo con mucha objetividad… asumo que ella firmaría encantada de la vida el manifiesto de las francesas contra el #MeToo, porque su capacidad de resiliencia para superar los abusos sexuales y el haber tocado fondo con las drogas sirve como argumento para reivindicar que una mujer puede ser víctima sin necesidad de tragarse los colaterales —que ser víctima es una circunstancia y no una constante de vida—.

Pero hay más en “A todo riesgo”. La parte que no es sobre Pretenders es un retrato de Akron, Cleveland y EEUU bastante descarnado, con reseñas de acontecimientos políticos propios de los sesenta y setenta —Vietnam—, revueltas estudiantiles con muertos incluidos —algunos cercanos a ella—, tensión racial y de clase —es la época cumbre de los Black Panters—, misoginia y homofobia de los cuales Hynde plantea retratos puntuales. Con esto se confirma la teoría de que una autobiografía solo es digna de ser leída cuando sirve de retrato, por extensión, de las raíces y del contexto físico, social y cultural de la persona convertida en personaje. Una suerte de ecología o antropología del rock.


Y lo mismo hace cuando aborda París o Londres. Particularmente, el ambiente punk está tan bien descrito que casi se pueden oler las pocilgas y los tragos.

El retrato psicológico que hace Hynde de sí misma también es aceptable: muestra su mal carácter y su irreverencia mientras que, por otro lado, siente tal respeto —¿miedo?— por sus padres que les oculta el 90% de las cosas que va viviendo. Además, claro, de la paradoja de haber vivido tan libre siendo a la vez tan conservadora. En fin, un ser humano contradictorio, como todos nosotros.

Demás está decir que el libro está PLAGADO de nombres de famosos que formaron parte de su entorno: Ray Davis, Stevie Nicks, Iggy Pop, David Bowie, los Sex Pistols, Siouxie, Joan Jett, UB40, The Clash, Lemmy de Motörhead y muchos más pueblan las páginas alimentando diversas anécdotas. También cabe mencionar que esta es una clase maestra de cómo formar una banda de rock, de cómo sobrevivir a las drogas… hasta de cómo grabar un álbum, manejar una gira, realizar un concierto… hay de todo en este manual del pop rock.


Lo más interesante, para mí, es el “retrato femenino” de Hynde quien, sin darse cuenta e incluso a pesar suyo, resulta ser un alegato feminista, una especie de “cómo ser mujer y no morir en el intento”. Porque si bien queda claro que una estrella de rock no nace sino se hace, con mucha más razón una estrella de rock mujer. La especificidad de esta autobiografía es esa: la ecuación formada entre la mujer, la sociedad, los choques culturales y la cuesta arriba que resulta vivir a pesar de uno mismo.

Originalmente publicado en Goodreads.


martes, 15 de noviembre de 2016

De Grecia con amor

Sea por el idioma o porque nos pasamos la vida con los ojos y los oídos puestos en EEUU, es poco probable que Grecia se encuentre en nuestro campo de atención cultural más allá de los libros de colegio, de los clichés y de la monstruosa tergiversación que se le hace desde Hollywood. En esta entrada, dado que este blog es sobre música, compartiré algunos de mis favoritos en rock, pop y folclor griego actual.

Πάνος Μουζουράκης

Pános Mouzourákis tiene cara de loco y harto talento para el pop, el rock, el funky y para mezclarlo todo con el folclore de su tierra. Acaba de editar un disco en vivo este año, "Panos Sto Gazon (Live)", pero personalmente me sigo quedando con "Ιπτάμενος δίσκος" ("Iptámenos Dískos"), de 2012. A continuación, "Plimmires" (2012).


Μαρίνα Σάττι 

Lo de Marina Sátti es más World Music que otra cosa, y viene bien por el lado desfachatado de la vanguardia pop. "Κούπες" es de este año, exactamente de febrero de 2016.


Κωστής Μαραβέγιας

Kostís Maravéyas, también conocido en iTunes y Spotify como Maraveyas Ilegal, tiene como 20 años de artista y otro tanto de álbumes editados, entre LP, EP y singles. Este 2016 también editó un disco, "Katastromma", en el cual continúa explorando en la universalidad de la música, mezclando ritmos latinoamericanos con esencias italianas, hablando y cantando en todos los idiomas. El tema a continuación de llama "Φάρος" ("Fáros").


Σπύρος Γραμμένος

Spiros Gramménos es uno de mis favoritos. Lo suyo lo ubico más en algo que llamaría yo "canción griega", un equivalente a la canción francesa, con características muy propias y nacionales. Para quien entienda las letras, el sentido del humor de Spiros es fulminante y le puede arrancar una carcajada en plena madrugada si lo coge desprevenido. Aquí una especie de autoparodia, "Τύπος Αθλητικός" ("Tipos Atléticos), de su más reciente álbum, "16", editado coincidentemente en 2016. 


ONIRAMA

Luego de una sucesión de singles, editaron "The Best of Us" en 2012, álbum tan bueno como extenso. En 2016 le hicieron el tema principal a la película griega "El espejo mágico", con la canción que lleva el mismo título, "Ο Μαγικός Καθρέφτης", comedia griega sobre realidades alternas, paralelas e históricas. Y este es el videoclip, con  Γιώργος Μαζωνάκης (Giorgos Mazonakis, también cantante) como artista invitado. Y sí, el gordito protagonista de la película es el mismo que coprotagoniza el videoclip de Σπύρος Γραμμένος, y se llama Μάκης Παπαδημητρίου (Makis Papadimitriou).


Μαρίζα Ρίζου 

Marina Rízou es otra artista de alto vuelo y renombre, relativamente joven. Por su historial musical, que incluye un lanzamiento este año, le va más el jazz y el cabaret (como género musical). En 2012 grabó un sencillo con Πάνος Μουζουράκης (el de más arriba) y con Γιάννης Χριστοδουλόπουλος (algo así como Gianni Christodulópulos, a quien no conozco). Esto es "Πετάω" ("Petáo")


Πάνος Παπαϊωάννου & Χρυσόστομος Καραντωνίου

Se lee Panos Papaioannou & Chrisostomos Karantoniou. Recién los escuché en setiembre de 2016, cuando este disco apareció vía FeelGood Records, pero parece que tienen años por separado haciendo música. Esta canción es "Ο Άνεμος Φυσά", single de promoción del álbum y que es una versión del tema "Le Vent Nous Portera".


Antonis B & Νατάσσα Μποφίλιου

Antonis B y Natasha Mpofíliou también cuentan con sendas carreras por separado. Personalmente, le soy más fan a ella, pero esta canción y su correspondiente videoclip (que no sé por qué rayos no puedo cargar en esta página pero igual dejo el link) les quedó muy bueno.


NINO

Ahora, si quieren baladistas con baladitas que lloran en sus videos, aquí tienen a ΝΙΝΟ con "O Άντρας Σου" (literalmente, "Tu hombre"). La letra es para cortarse las venas con galleta de soda; me hace recordar las canciones de despecho más sentidas de Phil Collins. Y también tiene varios discos a cuestas, es cuestión de buscarlo... esta canción es de octubre de 2016. ¡Calientita, chocherita!


Argo

Y no nos olvidamos, claro está, de los representantes de Grecia ante Eurovisión este año. "Utopian Land" es la canción y uno se pregunta qué rayos con la recurrencia con el número 16 en todas las canciones griegas este año. Es un rap y hay un pata calato en el videoclip; es que ellos saben muy bien cuál es el público objetivo de Eurovisión y lo que se espera de Grecia después de la adaptación cinematográfica de "300"...


Ηλίας Βρεττός

Y ya que andamos medio urbanos, terminemos con algo de techno medio arreguetonado con aires mediorientales, con Elías Vréttos. "Μια Ιστορία", que significa "Una historia".


αυτό είναι το τέλος



viernes, 1 de julio de 2016

2016, de enero a junio. Como 40 discos para repasar el medio año.

Regresemos a la vida a este blog, sin más preámbulo  ni explicaciones. Aquí, algunos de los discos que más me han gustado en lo que va del año, más o menos como de menos a más :-P


Red Hot Chili Peppers (EEUU)
The Getaway
Warner Bros.
Junio 2016

Es y no es más de lo mismo. Bien visto, habría que considerar que ya los RHCP son un género en sí, y que a estas alturas pedirles novedades no tiene sentido; con que sigan haciendo lo que saben hacer, pero bien hecho, nos damos por bien pagados. Sin embargo, en “The Getaway” sí hay su cuota de riesgo: incursiones por el pop, el dreampop, el rocanrol y guiños a todo su arsenal histórico de efectismos funkekes bien logrados, solo que ahora ejecutados con mejores dominio y conocimiento de causa. Highlights: “The Getaway”, “DarkNecessities”, “Goodbye Angels”, “Go Robot” y “The Ticonderoga”.  Han bajado las revoluciones y están ponderando los sintetizadores, que yo sepa, por primera vez en su carrera, corríjanme si no es así. Están como más asentados sin perder esa vena contestataria que caracteriza a su música y que se dejó extrañar en los últimos diez o quince años. El álbum suena fresco y muy bien adaptado a estos tiempos que vuelan, por no correr.


Ólafur Arnalds & Nils Frahm (Islandia, Alemania)
Trance Frendz
Erased Tapes
Marzo 2016

Antes de que Islandia se ponga de moda por eliminar a Inglaterra de la Eurocopa, ahí estaban Sigur Rós, Björk y Ólafur Arnalds. A este último le da igual ocho que ochenta, pues hace pop del bueno (“For Now I Am Winter”, de 2013, es una maravilla), música clásica (“The Chopin Project”, con Alice Sara Ott, 2015), electrónica sin pies ni cabeza (“Late Night Tales”, también de 2015) y actualmente viene trabajando en un recorrido por todo su país, recogiendo poesía y música folclórica. “Trance Frendz” es una colaboración con Nils Frahm, un músico alemán menos accesible, asumimos que a dos pianos. No esperen encontrar un género definido, pues se trata de música libre que va de todas las etiquetas. En todo caso, se puede decir que Ólafur suena armónico y tranqui, a diferencia de otros proyectos suyos que crispan los nervios. Simplemente, buena música.

  
Ksenija Sidorova (Letonia)
Carmen
Deutsche Grammophon
Junio 2016

Otro homenaje a la “Carmen” de Bizet, pero qué bien hecho. Sidorova toca el acordeón sobre la base de las principales líneas melódicas de la ópera en cuestión, pero las reinventa en un álbum de pop instrumental muy lejos del muzak que usualmente se perpetra en circunstancias como esta. Aquí sí hay oficio e intenciones de decir algo; es decir que se nota que no fue un antojo de la casa discográfica sino un proyecto bastante personal de la artista proveniente de Riga (República de Letonia, no sé cuál será el gentilicio, que Henning Mankell tampoco lo utiliza en su famosa novela). En este disco hay de todo: orquesta (Borusan Istanbul Philharmonic Orchestra  bajo la batuta de Sascha Goetzel) y hasta invitados de la talla de Nuevo Mundo (conjunto de flamenco), Itamar Doari (percusionista), Reentko Dirks (guitarrista de buen ver) y Michael Abramovich (pianista)… no, yo tampoco tengo idea de quiénes son ni el director ni los invitados; me acabo de enterar de su existencia al escuchar el disco y gracias a mi manía compulsiva de googlear todo lo que veo en los créditos. Pero si DG apuesta por ellos en un lanzamiento tan ambiciosamente marquetero, por algo será. Digamos que si quieren descansar un poco de tanta vanguardia y quieren sentirse menos bipolares yendo del jazz de ECM al pop de Eurovisión, pueden tomar un descanso en el regazo de la Sidorova, que además está guapa, con un buen libro y un café no tan cargado algún domingo por la tarde en que puedan aislarse de la familia y olvidarse de las obligaciones inmediatas.


  
Teddy Thompson & Kelly Jones
Little Trees
Cooking Vinyl
Abril 2016

Teddy Thompson regresa a los estudios de grabación… bueno, tal vez muchos no lo conozcan. Aquí un apretadísimo resumen de su carrera: es hijo de Linda y Richard Thompson, eminencias de la música folk inglesa, se inició como solista tratando de alejarse de la herencia de los viejos y tuvo la suerte de hacerse pata de Rufus Wainwright, cantó en el disco de “Brokeback Mountain” (2006) y sacó una serie de producciones bastante buenas, entre las que destacan “Bella” (2011) y “A Piece of What you Need” (2008). Y este nuevo disco lo agarró feliz (porque suele ser medio depre algunas veces, las mas), haciendo pareja con Kelly Jones, una cantante que es de lo más rebuscada pero que tampoco es una improvisada. Canciones cortitas, con esa alegría melancólica (?) típica del folk y el country europeo, y con letras que no se hacen problemas con nada, ni siquiera con el desamor.. Muy agradable para escucharlo una y otra vez.



Maher Zain (Líbano)
One
Awakening Worldwide Ltd.
Junio 2016

Puedes poner a prueba tu islamofobia con este disco. Normalmente no soy fan de la música religiosa, y confieso que la culpa la tienen los taxistas que escuchan pop y rock evangélico a todo volumen, pero incluso ellos tienen propuestas interesantes de vez en cuando. Maher Zain es un cantante, compositor y productor que hace pop religioso, solo que musulmán. Y no cae meloso, tal vez porque las letras están en árabe mezclado con inglés, a pesar de que todas sus canciones se pueden reducir al mensaje de “Alá es mi copiloto, todo lo puedo en el nombre de Alá”. Tiene videoclips interesantes, la propuesta musical es cosmopolita (como dice un amigo, Líbano es algo así como la Francia de Medio Oriente… o más bien lo era, no sé cómo ha quedado después de la aparición de ISIS) y el exotismo que se podría esperar de una producción con intenciones comerciales está medidito, ni mucho ni poco. Los singles que está lanzando son los puntos altos del disco: “The Power”, “Medina”, “Jannah” y “Rabee Yebarik”, pero en general todas las canciones son notables sin alejarse del pop contemporáneo que se practica en todo el mundo por estos años. Si quieren impresionar a alguien con su amplitud de oído para la música de todo el mundo, pueden contar con este disco.



Miloš Karadaglić (Montenegro)
Blackbird: The Beatles Album
Deutsche Grammophon / Mercury Classics
Enero 2016

Este guitarrista, que no queda el todo claro si es de Montenegro o Yugoslavia (cosas de los europeos) apareció en 2011 rompiendo los charts y granjeándose a la crítica con “Mediterráneo”. Y si bien siempre quedó claro que lo suyo era la música clásica, también nos mostraba a un intérprete desenfadado en cuanto a géneros pero siempre con la elegancia que es indesligable de la guitarra acústica. En “Blackbird” se encuentra más cercano al jazz, y aunque por momentos puede sonar medio chill out, a lo largo de todos los arreglos de este disco hay un profesionalismo que lo excluye satisfactoriamente de lo fácil de escuchar. Digamos que, incluso, puede ponerse particularmente denso, como en “While my Guitar Gently Weeps” o la versión de “Lucy in the Sky with Diamonds” junto con Anoushka Shakar, que no puede ser otra cosa que un homenaje a las colaboraciones de Harrison con Ravi Shankar. Hablando de homenajes, Karadaglić interpreta tal cual la versión de “Yesterday” que arreglase Tōru Takemitsu, demostrando, para los no informados, que no es la primera vez los Beatles son revisitados desde el academicismo. Desfilan también por los tracks artistas del pedigrí y la audiencia de Tori Amos,  Gregory Porter, Sergio Assad (a quien Miloš delegó los arreglos musicales, en un acertadísimo ejercicio de humildad) y Steven Isserlis. Completan el equipo Christopher Austin, con sus arreglos para las cuerdas del Navarra String Quartet, y Chris Hill con improvisaciones en el bajo. Así las cosas, todos los temas le quedaron de lo más bien. Estrellita en la frente para Miloš Karadaglić.


  
Allen Toussaint (EEUU)
American Tunes
Nonesuch Records
Junio 2016

Lanzamiento póstumo de Nonesuch Records con las grabaciones del gran Allen Toussaint. Se nos fue exactamente un mes después de las sesiones de este disco, en noviembre de 2015, a causa de un paro cardíaco mientras se encontraba en España, en plena gira. Lo que indica que su desaparición sacó del paso a todo el mundo: nadie se lo esperaba. Pero aquí estamos, escuchando su arte al piano y sus composiciones y reinterpretaciones, en compañía de Van Dyke Parks, Bill Frisell, Charles Lloyd, Greg Leisz, Jay Bellerose, David Piltch. Si hasta Rhiannon Giddens se apareció por el estudio. Puede resultar un poco cansino para quien no esté al tanto de la trayectoria de Toussiant, y también para quien no esté muy familiarizado con la música americana más allá del rock y del pop. Por lo demás, es una despedida justa y a la altura del occiso.


Mark Foster (Alemania)
Tape
Four Music (Sony Music)
Junio 2016

Qué dirán las letras sus canciones, ni idea; podrían ser loas a Hitler o maldiciones a la Merkell. Pero musicalmente está en lo justo. Es decir, pop correctamente interpretado y con cierta cuota identitaria que lo diferencia del montón. Quién diría que a estas alturas del siglo XXI, uno se iba a encontrar con una propuesta a la vez sencilla, fresca e interesante. Mark Foster es un cantante y compositor, por momentos rapero, hijo de padre alemán y madre polaca para más señas (saquen sus conclusiones históricas). No es un improvisado, lleva años haciendo música y, de hecho, tiene cierta relevancia en Alemania, toda vez que un tema suyo formó parte de un festival en respaldo a la selección alemana que ganó el último mundial (más información, en Wikipedia). Digamos que tampoco es la tapa de la olla este año, pero suena bastante mejor que muchas propuestas contemporáneas, injustamente más conocidas. Que él y sus arreglistas saben su oficio, no se puede negar a juzgar por las interesantes transiciones armónicas y los cambios de llave. Por lo demás, juega con una interesante mezcla de pop, rock, rap, computadoras, arreglos para cuerdas y ganchos bien originales que dan buena mixtura en temas como “Natalie”, “Was Ernster”, “Wir Sind Gross” y, sobre todo, “Welter” y “Die Beste Nacht” (esta última, fácil, uno de los mejores temas pop del año).



The Clarinotts (Austria)
The Clarinotts
Mercury Classics
Enero 2016

The Clarinotts es el combo formado por la familia Ottensamer: Daniel, Andreas y su padre Ernst (anhelado suegro de tod@s aquell@s que le compraron el álbum debut a Andreas por la carátula y las fotos en ropa interior que circulan por internet), todos clarinetistas. El disco homónimo del conjunto tiene varios aspectos interesantes: en principio, se trata evidentemente de una apuesta comercial del sello (Deutsche Grammophon) soportada en el éxito de ventas de los dos lanzamientos solistas de Andreas Ottensamer (“Portraits”, 2013, y “Brahms: The Hungarian Conection”, 2015) pero manteniendo las distancias de calidad respecto de megaestrellas discutibles como Lang Lang, David Garrett (si no saben quién es este y están en Amor-Amor-Amor-mode-on, busquen en Google su nombre junto son las palabras “porn star” y “sexual scandal”, para que vean que el mundo de la música clásica también es variopinto) y, pucha, Andrea Bocelli (?). Se trata, por otro lado, de darle  un justo reconocimiento a Ernst Ottensamer, cuya estrella como solista de la Vienna Philharmonic se vio eclipsada por el éxito del retoño más joven del clan, que cabe recordar a su vez ya era solista de la Berlin Philharmonic. Por cierto, Daniel también es solista en la misma filarmónica de su papá. “The Clarinotts” es un correcto, agradable y recomendable encuentro con el clarinete como instrumento poco visibilizado por la galantería del piano y la histeria del violín, a la vez que busca y consigue mostrar el verdadero pedigrí  artístico del clan Ottensamer. No son estrellas fugaces, ninguno de los tres. El repertorio incluye a Mozart, Mendelssohn, Rossini y Luiz Bonfá, entre otros.


  
Mayer Hawthorne (EEUU)
Man About Town
Vagrant
Abril 2016

Interesante ejercicio de patriotismo musical gringo pero con énfasis exclusivo en el soul, R&B y demás géneros más bien grones. También suena como un pitonístico homenaje póstumo a Prince, pero la influencia innegable que aquí se respira es Marvin Gaye, a tal punto que si yo fuese familia del finadito, le metería a Mayer una demanda por plagio. Pero se entiende que lo suyo es un homenaje. No es que sea su primera vez en estas incursiones, pero antes tenía un sonido más bien… “blanco”. Por ejemplo, su primer álbum era un tributo a los cuartetos barbershop; que no son precisamente exclusividad de la comunidad afroestaounidense; “Man About Town” suena, incluyendo la voz de Hawthorne, a negritud. “Breakfast in Bed”, “Book of Broken Heart”, “Out of Pocket” y todas las demás están hechas para escucharlas con cuidado, para que un policía americano blanco no nos dispare por la espalda; así de afro va la cosa. Y se deja disfrutar como cualquier disco perfectamente manufacturado por la Motown, de esos que Phil Collins idolatra. Para escuchar, bailar y, cómo no, también para ponerlo de fondo en una de esas noches en que alguien aflojó el sí en la intimidad de nuestra habitación.



Jeroen van Veen (Países Bajos)
Michael Nyman: Complete Piano Music
Brilliant Classics
Abril 2016

Van Veen le pone un punche particular a la obra de Nyman, quien es mundialmente famoso por hacerle la música a la película “The Piano” (1993), ese clásico contemporáneo dirigido por Jane Champion. Nyman ya tenía un nombre en el mundo de la música clásica pero con ese disco le vino el consabido éxito comercial. Nyman se convirtió en un nombre que vendía y, por lo demás, interpretarlo siendo él mismo tan buen pianista… pues hay que tenerlos bien puestos para animarse a interpretarlo. Este álbum doble es un recorrido por todas sus composiciones para piano solo, y también por sus adaptaciones de otras partituras al instrumento en cuestión. Jeroen van Veen, como compositor, es junto con Nyman uno de los más conocidos e importantes exponentes del minimalismo musical, y eso se evidencia en este disco. Increíble que a una partitura archiconocida se le pueda impregnar una personalidad tan particular. También se hacen presentes otras piezas que Nyman escribió para otras películas importantes, como “Gattaca” (1997) o “El hombre con la cámara cinematográfica” (el clásico ruso de 1929, para el cual el compositor escribió una nueva partitura en 2002). Para fanáticos de Nyman, desde los incondicionales hasta los acollerados a partir de “El Piano”, y para fanáticos del cine hipster. Y no digo para fanáticos de van Veen porque dudo mucho que los tenga, pero si los hay, con este lanzamiento deben estar en el séptimo cielo de la gozadera.



Cyro Baptista (Brasil)
BlueFly
Tzadik
Abril 2016

Cyro Baptista es un musicazo brasileño que se codea con los gigantes del arte a nivel mundial. Habitual colaborador de Brian Eno, John Zorn y Laurie Anderson, es tan multiterreno que hasta ha formado parte de las sesiones del “Eco de sombras” (2000) de Susana Baca. Pues bien, sus producciones solistas son tan esporádicas que suelen estar cargadas de significados y emociones. Este “BlueFly” no es la excepción: los ritmos brasileños lideran el disco, marcando la estructura sobre la cual todos los demás instrumentos, desde cuerdas hasta sintetizadores y coros, van a desarrollar sus líneas melódicas, impregnándolo todo con ese timbre tan representativo de... la globalización, por identificarlo de alguna manera, que caracteriza a la world music. Pero no entremos en pánico, que lo de Cyro es más cercano al jazz que a la musiquita advenediza. “Trovão”, “Kong”, “Bala” y “Tarde” son una sucesión de temas impresionantes por donde se les mire, y si hay otro punto alto en el álbum es “T Rex Constitution”. Y bueno, todo lo demás en el disco también es de primera línea.


Varios Artistas (Europa)
Eurovision Song Contest 2016 - Stockhom
Universal Music
Abril 2016

Sí, Eurovisión. Luego de varios años de presentar bodrios intercalados con propuestas interesantes a la vez que dispares, súbitamente este año sí se sintió que el festival era algo orgánico y de buen nivel. Como se supone que debe serlo: puro pop mezclado con géneros afines (por ahí alguien se mandó con metal y otro con country; nada grave) y con una muy mensurada cuota de folclor nacional. Es así que los y las artistas albaneses, griegos, ucranianas, lituanos, irlandeses y un larguísimo etcétera (¡ya hay más de 40 países en Europa!) entendieron que, como aconsejaba Marco Aurelio, la simplicidad es el primer principio. Por eso uno puede escuchar este disco sin aburrirse: todos los temas se parecen pero a la vez mantienen su propia personalidad, tanto por el artista como por el país de procedencia. Ni siquiera molesta que casi todos, España incluida, hayan optado por el inglés. Y “1944”, de Jamala, es una justísima ganadora, especialmente por la cuota política que le agrega a esta fiesta de lo hortera. Personalmente, creo que mejor suerte merecieron Laura Tesoro (Bélgica), Sergey Lazarev (Rusia), Amir (Francia), Argo (Grecia), Douwe Bob (Países Bajos) y Francesca Michielin (Italia). Para pasar un buen rato.



Pumeza Matshikiza (Sudáfrica)
Arias
Decca
Mayo 2016

Una voz que se caracteriza por su fortaleza y contundencia, a tal punto que por momentos parece más grave de lo que en realidad es, y que sin embargo también tiene lo suyo para conmover mediante la delicadeza. De otra forma, no abriría el disco con “Si, mi chiamanno Mimì”, que es el paroxismo de la indefensión; Pumeza da la talla. También la da con su versión de “Ebben? Ne andró Lontana”, de “La Wally” (Alfredo Catalani), un ópera bellísima pero raramente empelotada en este tipo de compilaciones. No la chunta tan felizmente con “La Paloma” (ay, “Chinita”, si no vas a aportar nada nuevo, mejor ni lo intentes) y “A Chloris” (esta última, después de Phillipe Jaroussky, ya no debería ser grabada nunca más). Correcta, sí; agradable, también; perfecta, discutible. Lo que sí, prepárense para recoger la quijada cuando Pumeza arremete con todo en “La canción de la Luna”, de “Rusalka” (Antonín Dvořák); por ese tema, tal cual está interpretado, vale la pena todo el disco. También pasa con cierto garbo por arias de “Turandot”, “La noche de Figaro” y “Dido & Eneas”. Con las que tiene un cierto problema de empatía son las canciones, a veces parece demasiada voz para temas que más bien debieron ser íntimos; por cierto, en la breve duración de los temas se nota la intención comercial del sello, algo que parece anunciar que Pumeza será la nueva engreída de Decca (mientras no termine en Sony, digo, para romper la tra(d)ición). Todo esto en compañía de la Århus Symphony Orchestra. Pese a lo que se le pueda criticar, está muy bueno.


  
Dr. Dog (EEUU)
The Psychedelic Swamp
ANTI-
Febrero 2016

Llega un punto en el siglo XXI que escuchamos propuestas ante las cuales uno se pregunta de qué diablos van. Dr. Dog es una de ellas. Son como 40 músicos (exageramos; apenas llegan a la docena y algo más) y suenan, con toda la intención, caóticos y hasta descoordinados. Más o menos como lo que quiso hacer Fabulosos Cadillacs (pero que no les salió porque, además de caóticos, tenían sus limitaciones tocando/cantando). Si uno analiza el historial discográfico de Dr. Dog va a encontrar punk disfrazado de pop sesentero y setentero, además de un sonido tan particular que, como los define la crítica gringa, son una “label-defying multi-hyphenated indie-psychedelic-rock-folk-Americana-basement-touring band”. En “The Psychedelic Swamp” se ponen, además, psicotrópicos y cincuenteros. Suenan a grupo a medio hacer, las canciones parecen mal editadas, el sonido no mantiene la misma calidad a lo largo de los trece temas, a los cantantes no les da la voz… pero aquí, a diferencia de los Fabulosos antes mencionados o de los últimos álbumes de Charly García, sí se nota la intención de que todo eso salga como salió. Uno podría decir que se trata de una crítica al sueño americano desde la industria musical, pero tampoco tenemos certeza de que sea así. Tampoco tenemos certeza de que sea un grupo en serio, a pesar de haber visto su presentación en NPR Music Tiny Desk Concert, cuyo carné de exclusividad iba de Esperanza Spalding al Kronos Quartet; los de NPR deben haber quedado tan palteados como nosotros: ¿esto es en serio? ¿cómo se come? ¿no nos estarán tomando el pelo? Nada de esto importa, la propuesta suena bien, este último disco está muy bueno y qué rayos, es el equivalente sonoro del urinario de Duchamp y las fotocopias de Warhol.



Manu Katché (Francia)
Unstatic
Naxos
Junio, 2016

Una isla de jazz tradicional. En medio de tanta experimentación, si bien lo de Manu Katché no es precisamente ortodoxo, en el contexto contemporáneo puede hacer que un melómano grite “¡Por fin alguien de la vieja guardia!”. Manu es percusionista y compositor, francés de familia migrante desde Costa de Marfil, para mayores señas, que ya tenía una carrera respetable cuando se hizo megaconocido al ser músico de sesión de Peter Gabriel en “So” (1986) y de Sting en “Nothing like the Sun” (1987). De ahí en adelante todo fue solo codearse con lo más renombrado del jazz mundial. La mayoría de sus álbumes (tampoco son muchos) fueron para ECM pero aquí Naxos se lo robó, suponemos que con una mejor oferta y la posibilidad de ser distribuido en un mayor número de países. El tema que le da el título al disco es de lo mejorcito, pero también destacan todos los demás; es un disco bien homogéneo en cuanto a calidad y sonido; no tiene una sola fisura que nos haga decir que una composición es mejor que la otra. Así es Manu Katché.


  
Gabriel Tchalik & Dana Tchalik (Francia)
Europe 1920: Violin Sonatas
Alkonost / Evidence Classic
Mayo, 2016

Lo primero y lo último que se supo de Gabriel Tchalik fue su interpretación de los caprichos para violín de Locatelli, compositor italiano del siglo XVIII. Ahora se suma a su hermano Dana (piano) para traernos sonatas para violín (y piano, obviamente) compuestas circa 1920. Si el salto de un álbum al otro sorprende por la época  de las composiciones y sus implicancias en cuanto a diferencias de interpretación, los compositores seleccionados para este disco tampoco forman un compacto muy homogéneo que digamos: Respighi, Janácek, Lyatoshnsky, Ravel. De la música italiana al nacionalismo ruso, pasando por el impresionismo y el folclor checo; en todo caso, es una fotografía de Europa alrededor de la Primera Guerra Mundial (que, seamos justos, fue solo una guerra entre europeos, de lo más salvaje, eso sí) y varias de estas piezas transmiten incertidumbre o, en todo caso, cierta desazón. Los Tchalik son bastante jóvenes, diríase que están buscándose a sí mismos en cuanto a personalidad interpretativa, y este repertorio puede ser bastante riesgoso sino se tiene la solvencia de la experiencia ni el respaldo de un sello que amortigüe a los críticos con, ejem ejem, los consabidos incentivos de los que nadie habla pero que a todos les (nos) ofrecen. Aquí hay una apuesta bastante interesante desde todo punto de vista y muy bien ejecutada. Esa sensación de desgano al interpretar, por ejemplo, la Violin Sonata N°2 de Ravel, es evidentemente intencional. No están tocando cualquier cosa, pues; se trata de un documento que habla de una Europa en ruinas y a punto de irse al diablo, algo muy significativo en estos tiempos en que, con Europa en ruinas y a punto de irse al diablo nuevamente, se vuelven más que vigentes las obras y los autores aquí presentados. Bien por los Tchalik Brothers.



The Puppini Sisters (Italia, Inglaterra)
The High Life
Millionaire Records Ltd
Marzo 22016

Un trio de mujeres que cantan en armonía cerrada, en la línea de las Andrews Sisters o las Boswell Sisters, grupos que rompían los charts en las décadas de 1940 y 1920, respectivamente. También hay propuestas contemporáneas como las italianas Sorelle Marineti (un grupo de chicos que cantan como chicas). Como sea, la tradición se mantiene cualquiera sea el grupo que elijan escuchar, tanto en los arreglos vocales como en los musicales… si hasta recrean el sonido de las grabaciones, imitando no el acetato o el carbón sino el que llegaba al público mediante las ondas de radio. Aquí hay toda una industria, y eventualmente lo que cambia de grupo a grupo es el repertorio y la forma en que modernizan la tradición. Las Puppini se despercudieron del fantasma de las Andrews Sisters (quienes fueron el primer grupo de la historia en vender un millón de copias de un single, el archiconnocido “Boogie Woogie Bugle Boy”) y le meten más rock a todo, lo que las hace sonar más a grupo proto cincuentero; en esta nueva entrega, revisitan clásicos añejos como “Accentuate the Positive” y “Tico Tico”, temas algo más actuales como “Hit the Road Jack” y “Supercalifragilisticexpialidocious”, pero  no podía faltar aquello que las hizo famosas: la adaptación al sonido pre Segunda Guerra Mundial  de canciones más bien actuales: “The Girls Just Wanna Have Fun”, “Chandelier” (la de Sia, que aquí queda mejor merced a un ingenioso mash up) y “Changes” de David Bowie. Coronan todo con una creación propia: “Is This The High Life”. Muy bueno. ¿Y qué hacen ahí ustedes, que no lo están escuchando?



Radiohead (Inglaterra)
A Moon Shaped Pool
XL Records
Mayo 2016

Se nota que Jonny Greenwood hizo un recorrido por la música clásica contemporánea al lado de compositores como Krzysztof Penderecki. Y no sería ilógico decir que si “A Moon Shaped Pool” es lo que es, es gracias a Greenwood. Claro, la tropa en conjunto le aporta más cosas, todas interesantes y rastreables desde esa maravilla que es “OK Computer” (1997), adelantado como medio siglo a su época, y que marcó un antes y un después para la banda, a tal punto que este nuevo lanzamiento pareciera, a primera oída, un “OK Computer” revisitado. Pero no, ahí están las diferencias, como la participación de la London Contemporary Orchestra para hacer que los sintetizadores se ocupen de cosas más de acuerdo a su especificidad. También hay arreglos corales. Thom Yorke le pone la cuota ‘philcolliniana’ de fracaso matrimonial a las letras pero sin desconectarse de la realidad, como en “The Numbers” y “Present Tense”. Difícil decir que una canción sobresalga por encima de las otras, porque todas son buenas y además forman una especie de bloque entre todas, como si fueran los movimientos de una sinfonía (en eso también se nota la mano de Greenwood). Produce nuevamente la banda al alimón con Nigel Godrich. A veces me da la impresión de que estamos por presenciar el nacimiento de nuevos géneros musicales a partir de propuestas con las que no cabe aglutinar más etiquetas, y casi todos los artistas aquí reseñados están como empujando a los neonatos desde dentro del vientre; esa es la sensación que queda luego de escuchar lo nuevo de Radiohead.



Fanfare Ciocărlia (Moldavia, Rumania)
Onwards to Mars!
Asphalt Tango Records
Abril 2016

Doce músicos gitanos romaníes con décadas de experiencia en esto de darle al folclor de los Balcanes (de metales y de percusiones). Debutaron en 1997 con “Radio Pașcani” y desde entonces son un suceso explicable solo por la globalización que lo mismo nos trae a ellos a América Latina como se lleva para Yugoslavia a Ricky Martin (literal). En “Onwards to Mars!”, para ser honestos, se nota una evolución nada desdeñable que hace a estos señores trascender el estatus de grupo folclórico, por muy buenos que sean, y los coloca en el escenario mundial como un equipo profesional; dígase de paso que esto a lo que apuestan todos los músicos del mundo, que empiezan haciéndose artistas desde sus "raíces étnicas", lo que quiera que se entienda por esto último. Ya los Fanfare Ciocărlia son una institución internacional. Probablemente deba necesitarse un poco de entrenamiento antes de escucharlos o de escuchar el género por primera vez, pero una vez agarrado el hilo la madeja se desenreda solita. “3 Romanians”, “Fiesta de Negritos”,  “Bunica Bate Toba”, “Mista Lobaloba” y “Cucuritza” son los hitos del disco. Para los amantes del exotismo, hay una versión de “I Put a Spell on You”, pero en inglés masticadísimo. Notable, desde cualquier punto de vista.



Avishai Cohen (Israel)
Into the Silence
ECM
Enero 2016

Hay dos Avishai Cohen en el mundo del jazz, ambos israelíes. La diferencia es que uno es bajista y pelado, mientras que el otro toca la trompeta y luce frondosa cabellera y barba a lo bestia. El que nos ocupa en esta breve reseña es el segundo. En su debut para ECM, dedica estas composiciones a la memoria de su padre, David, con el apoyo del pianista Yonathan Avishai (convengamos que en esto de ponerse nombres, los judíos no son muy originales), el saxofonista Bill McHenry, el bajista Eric Revis y el baterista Nasheet Waits; todos ellos conocidos para quienes más o menos siguen los combos de jazz no tradicional. “Into the Silence” es una propuesta agradable en tanto que busca (y consigue) reflejar ternura y calidez, y para quien sabe el contexto en que Cohen escribió las composiciones, puede arrancarle un par de lágrimas, en especial con “Dream like a Child”, el tema más largo y desgarrador del disco, plus “Behind the Broken Glass” y los tracks que abren y cierran el conjunto, ambos llamados “Life and Death” y que constituyen un interesante continuo. Produce Manfred Eicher. Para los que saben, este es el dream team que ECM siempre quiso tener en sus filas.


  
Jean-Guihen Queyras (Canadá), Isabelle Faust (Alemania), Alexander Melnikov (Rusia), Freiburger Barockorchester (Alemania), Pablo Heras-Casado (España)
Schumann: Cello Concerto, Piano Trio No. 1
harmonia mundi
Abril 2016

Queyras, Faust, Melkinov y Heras-Casado en una misma grabación. Equipo que además ha producido, con este, tres álbumes que se venden, cada uno, con un DVD adjunto con el detrás de cámaras, un par de videoclips, entrevistas y demás, plus un folleto que puede llegar a las 100 páginas en cuatro idiomas. Es que tanta estrella junta genera entusiasmo y asegura las ventas pero, sobre todo, llama la atención con la fuerza de un agujero negro. Y tal cual estos expulsan energía, aquí se derrocha calidad. Me disculpan el símil tan huachafo pero es que este disco, al igual que todos y cada uno de sus predecesores, emociona. Y no se puede decir nada más que no sea entrar en el sinsentido común. Ya, puestos en el disco… nah, ¿qué puede decirse de Queyras, la Faust o Melkinov? Son geniales, con una trayectoria discográfica de la patada, y crítica y público se rinden incondicionalmente ante ellos como el Poder Judicial con el APRA. Pablo Heras-Casado, al igual que los antes mencionados, también es un joven talento que, al mando de la Freiburger Barockorchester, viene colocando hitos importantes en la historia discográfica de la música clásica. En esta ocasión, la interpretación principal viene por parte de Queyras en el cello, para el Cello Concerto en La menor op. 129 de Schumann, mientras que el trío de talentos aborda el Piano Trio No. 1 in D Minor, Op. 63, también de Schumann. Si pueden, escuchen la trilogía completa (dedicada a Schumann, justamente), mejor aún si se la compran en físico, para que tengan acceso a toda la información que a veces no se consigue con las descargas libres ni con las compras MP3 vía Amazon. Es más, las grabaciones de cada uno de ellos son altamente recomendables e instructivas, tanto para fanáticos y estudiosos de la música clásica como para aquellos que gustan de ella pero hasta ahí nomás. Y una mención especial para harmonia mundi que, como sello, la rompe junto con Naïve, y que el año pasado lanzó un disco con composiciones del peruano Jimmy López y varios discos dirigidos por Miguel Harth-Bedoya, también peruano.



Beth Orton (Inglaterra)
Kidsticks
Anti/Epitaph
Mayo 2016

Sorprende las vueltas de tuerca que le ha dado Orton a su carrera, desde sus inicios sinceramente poperos hasta la insanía depresiva de esa obra casi perfecta que fue “Sugaring Season” (2012). Y ahora, cuando probable y honestamente nadie esperaba más de ella (que no sea seguir en la senda de la corrección profesional indie), patea el tablero y le pone un poco más de computadoras a su sonido y, de paso, un poquito más de punche. Las canciones mantienen la clásica estructura ortoniana, con estrofas de sonoridades repetidas una y otra vez en medio de cambios de textos sutiles, más estribillos estilizados y reiterados hasta que quede clara la idea. Las letras siguen bastante inspiradas aunque es cierto que “Sugaring Season” es un hito difícil de superar; digamos que mantienen el nivel y sobre todo, tienen ese je ne se qua que las hace agradables en extremo. “Snow”, “Dawnstar”, “Petals” y “1973” (esta última con escándalo incluido al tener un video políticamente incorrecto… cosas de ecologistas) son de lo mejorcito del disco y están a la altura de la discografía de Beth. Y como ya se ha señalado, el disco es bastante más animado que sus predecesores, con una cuota de sentido del humor que no le escuchábamos hace varios años. Pero sobre todas las cosas, uno sigue teniendo esa sensación de haber escuchado un álbum bonito y bien hecho, algo típico de la obra de Beth Orton.



Trio Wanderer with Christophe Gaugué
Brahms: Piano Quartet No.3, Piano Trio No.1
harmonia mundi
Enero 2016

Guagué y el Trio Wanderer (Vincent Coq al piano, Jean-Marc Phillips-Varjabédian en el violín y Raphael Pidoux en el cello) ya deben tener su tesis de doctorado en tríos y cuartetos de Johannes Brahms. El compositor alemán compuso su primer Piano Trio en 1854, y esa es la versión que es interpretada en este disco, pues la revisión que le hiciera en 1889 es la más comúnmente grabada. El Piano Quartet, más  bien, empieza a ser compuesto un año después, cuando Brahms en paralelo empieza a cranear cómo ponerle los cuernos a su pata Robert Schumann y atrasarle a la esposa, Clara Schumann, otra renombrada compositora y pianista de la época; las pasiones no lo dejaron terminar esta obra (hablamos del cuarteto) sino hasta 1875. Chismes aparte (¿consiguió Brahms su cometido con la señora Schumann? ¡no se pierdan el final de esta apasionante novela romántica y, sobre todo, no dejen de escuchar la música de estos tres geniales compositores!), en esta enésima entrega de los Wanderer para harmonia mundi se evidencia que manejan a su antojo el repertorio del lujurioso… perdón, de Brahms. Con esto se entiende que se toman ciertas libertades interpretativas bajo un riguroso respeto de la partitura, algo que solo es posible tras años de insistir e insistir e insistir pacientemente (como Brahms con Clara). Una interpretación fabulosa, que se hace aún más evidente cuando se le pone el volumen al máximo, como si estuviésemos escuchando a una banda de rock pesado (que por momentos Brahms se pone así y los Wanderer también). Bueno, no sabemos si entre los integrantes de los Wanderer y Christophe Gaugué hay historias de atrasos amorosos (total, son franceses), pero prometemos que en cuanto pesquemos un disco con la obra de Schubert para reseñar, abundaremos en los detalles amatorios.


Andrew Bird (EEUU)
Are you Serious
Concord Loma Vista
Abril 2016

Nos visitó hace unos años y pasó caleta, presentándose solo para un puñado de fanáticos que deliramos con su voz, su violín multilayered y sus composiciones indies por excelencia. En “Are you Serious”, Bird se pone rocanrolero, acelera un poco más las canciones, mantiene la vena humorística depre, recicla melodías y cambios de armonía que ya son su sello de agua (como en “Roma Fade”). Juguetea con sonidos propios del siglo XX (“Puma”, “Truth Lies Low”), continúa silbando y tocando el violín y cantando. En general, debe ser el disco más accesible y feliz, en el sentido literal de la palabra, que haya producido en toda su carrera. Ya pueden hacérselo escuchar a sus amigos sin miedo a que bostecen o a que se horroricen por las letras. No es que le dé para, ni le interese, ser un suceso comercial, pero se ha quitado algunas capas de melancolía y sufrimiento. Tampoco es que se puede armar la fiesta con este disco, pero cuando menos ya no peligrarán las venas de nadie después de escucharlo.



Anoushka Shankar (India)
Land of Gold
Deutsche Grammophon
Abril 2016

Algo de arte socialmente comprometido con las migraciones, los desplazamientos masivos y el desastre humanitario que implica huir del país de origen por guerras inhumanas generadas y/o potenciadas por los gobiernos de los países que no quieren recibir a nadie, y que incluso han empezado a exterminarlos en lo que serían los primeros genocidios del siglo XXI… pero no nos desviemos del asunto musical. Anoushka no es nueva para nadie, así que de su vida y trayectoria musical no hablaremos. Vamos directamente al disco: en la senda de lo que ya ha venido haciendo, sin hacerle asquitos a los samplers y hasta a las voces a lo Sheila Chandra pero intervenidas, manteniendo la atmósfera de folclor hindi con la que necesariamente se le asocia. “Land of God”, tema que da título al disco, cuenta con la colaboración de Alev Lenz, en “Jump In” canta M.I.A. y en “Remain the Sea” Vanessa Redgrave entre que recita y rapea (literal, escúchenlo si no creen). Cierra todo con una versión de “Land of God” instrumental.  No se queden sin su copia del álbum, que además de terminar empapados y eruditísimos en cuanto a música típica india y a riesgos vanguardistas, también quedarán versados en política internacional y derechos humanos. Sin deteriorarse la calidad artística.



Paul Simon (EEUU)
Stranger to Stranger
Concord Records
Junio 2016

Qué tal capacidad la de Simon para componer y escribir canciones que suenan de lo más bien acompañadas solo por una guitarra o a capella. Pero la cosa se pone interesante aún más cuando las arregla a partir de todo el background aprendido desde la década de 1970. Creo que su disco previo fue producido por Brian Eno, y aquí como que ya no le hizo falta. Paul Simon ha cambiado su fraseo al cantar, casi como que recita sus canciones, ajustándolas a la naturaleza más bien globalizada de su propia música: a veces balada de autor, a veces electrónica, a veces africanizada. Y sus canciones son como pinturas costumbristas, reflejando parte de la realidad gringa pero con harta reflexión interior en lo lírico, y como ya ha sido señalado, musicalmente indestructibles, capaces de soportar cualquier arreglo musical aunque lo de este disco parezca ya versión definitiva. Ahí están “The Werewolf”, “Wristband”, “Street Anel” (todas con participación de los italianos Clip Clap), “A Parade”, “Insomniac Lullaby” y “Proof of Love”, para sustentar por sí misma todos los cohetes que le está reventando la crítica internacional. En ventas también la está rompiendo: número 3 en EEUU y número 1 en Reino Unido, lo que da esperanzas de que, a pesar del Brexit, los británicos no son tan tabas. Producido por Simon junto con Ron Hoyle, un viejo colaborador suyo, esto es algo así como su nuevo “Graceland”. Simon es, junto con Joan Manuel Serrat, Joni Mitchell, Bob Dylan, Chico Buarque y Silvio Rodríguez, uno de esos cronistas musicales que siguen vigentes no a pesar sino más bien gracias al pasar de los años.



Brad Mehldau Trio (EEUU)
Blues and Ballads
Nonesuch Records
Junio 2016

Un trío de jazz fuera de serie con Mehldau a la cabeza, quien musicalmente ya lo experimentó casi todo y a su manera, pese a su relativa juventud. Con Larry Grenadier (FLY, Herbie Mann, Pat Metheny, Enrico Rava, Chris Potter) en el bajo y Jeff Ballard (Metheny, Chick Corea, Joshua Redman, Avishai Cohen) en la batería, esta formación, que no grababa desde 2012, (re)interpreta un puñado de clásicos que ya forman parte de la historia universal. “I concentrate on you”, “And I Love Her”, “My little Valentine” y una alucinante versión de “These foolish things” forman parte del repertorio. Mehldau sigue fiel a su estilo medio transgresor-pero-hasta-ahí-nomás, aportándole un montón de cosas (entre nuevas y viejas) a temas que por lo general se revisitan anodinamente. En paralelo, le da un nuevo aire a la tradición de los tríos jazzísticos, porque siendo sinceros los hay de diversas calidades y a veces uno no puede diferenciarlos entre sí. Todo lo contrario pasa en este disco; los músicos hacen suyos los temas y, con mucho respeto por la partitura original, improvisan desde el punto de vista musical del siglo XXI (en cuanto armonía y ritmo), sin dejar de darnos esa sensación de trip por la década de 1960. Más que un homenaje a los compositores de los temas, es como un homenaje a los tríos de jazz. Y a la música en general.


Rufus Wainwright (Canadá)
Take All My Loves: 9 Shakespeare Sonnets
Deutsche Grammophon / Universal Music Canada
Abril 2016

¿Por dónde empezar a reseñar esto? La producción es de Marius de Vries, que trabajó con Rufus en “Want One” (2002) y “Want Two” (2003), dos de los discos más artísticos, eclécticos y ambiciosos de la década pasada, sobrecargados de orquestas, voces en capas múltiples, toques de jazz, guiños a la música romántica y demás géneros decimonónicos, arreglos musicales impredecibles, reminiscencias hasta de la música medieval y muchísimo melodramatismo gay en dosis que solo Wainwright puede inocularle a un proyecto. Bueno… “Take All My Loves” es todo eso y mucho más, porque tiene nada menos que… sonetos de Shakespeare en las letras, algunos de ellos (el 10, el 2 y el 43) ya musicalizados para “All Days Are Nights: Songs for Lulu” (2010), un tour de force a piano y voz. Es decir que este nuevo lanzamiento es una especie de bomba atómica artística que se desborda aun más porque el titular del álbum, astutamente, ha decidido no cantar en todas las canciones sino ceder el puesto a su hermana Martha, a Florence Welsh y a la soprano Anna Prohaska (quien es capaz de interpretar desde Pergolesi hasta Mahler), mientras que pone a recitar a Siân Phillips, Carry Fisher, Helena Bonham Carter, William Shatner, Jürgen Holtz, Inge Keller… Como se dice, botó el estudio por la ventana y fácil que se quedó en la bancarrota, pero todo sea por este homenaje a Shakespeare que quedará en la historia como una genialidad fuera de todo género. Dígase de paso que este es el mejor Wainwright desde que perdió el paso con lo de “Rufus Does Judy at Carnegie Hall” (2007) y “Out of the Game” (2012), tropiezos perdonables. Su ópera “Prima Donna” sigue macerando hasta tomar su forma definitiva (aunque ya se animó a lanzarla en un doble CD, en 2015) así que probablemente solo podamos hablar de ella luego de que termine su segunda inmersión operática, con “Hadrian” (prevista para 2018). Mientras tanto, desde su producción un poco más accesible para todos, este shakespereano retorno a la senda de la genialidad nos anuncia que hay Rufus para rato. Si no  creen, echen un ojo a la portada del álbum.



Vijay Iyer & Wadada Leo Smith (EEUU)
A Cosmic Rhythm With Each Stroke
ECM
Marzo, 2016

Fiel a su perfil críptico, ECM da tribuna nuevamente a dos pesos pesados de lo que todavía se sigue llamando jazz, a pesar de lo encorsetada que le queda la etiqueta: Vijay Iyer y Wadada Leo Smith (piano y trompeta respectivamente, como si fuese necesario aclararlo), esta vez como dúo (que antes grababa para Cuneiform) y bueno, la calidad de producto no debe sorprender a nadie. Menos aun cuando el álbum está dedicado a Nasreen Mohamedi, de quien casi se puede visualizar sus obras a lo largo de los diferentes temas que componen el álbum, y con cuya alusión se puede comprender mejor las piezas musicales abstractas de este álbum. Difícil es quedarse con un puñado de temas y mencionarlos en esta reseña, pues la obra completa es un conjunto que va evolucionando conforme pasan los minutos. Pero digamos que, si quieren probar un tema para ver qué tal (esto, claro está, si desconocen la obra de Iyer y Smith), pueden probar con “Notes on Water”. Vale cada segundo que se le preste atención.



London Philharmonic Orchestra, Andrey Boreyko (Inglaterra, Rusia, Polonia)
Henryk Górecki: Symphony No. 4, Op. 85 (Tansman Episodes)
Nonesuch Records
Enero 2016

Es importante porque todos los nombres de los créditos son pesos pesados de la música: la última composición de Górecki, la interpretación de la London Philharmonic Orchestra, la dirección de Boreyko, el encargo del Royal Festival Hall para la composición y Nonesuch Records como el sello que registra, lanza y distribuye este disco. La sinfonía no pudo ser terminada por el autor (que falleció en 2010), pero su hijo Mikolaj completó la obra que, además, ya contaba con instrucciones claras para ser orquestada. La obra es desconcertante, y eso es mucho decir a estas alturas del siglo XXI. No se parece a nada de lo que hizo Górecki y tampoco suena a nada reconocible (tal vez Shostakovich pueda ponerse receloso al sentir que le plagiaron un poquito el segundo movimiento de su primera sinfonía). No es como para ponerla de fondo si tienes que concentrarte en la chamba o en el estudio; tampoco te va a servir para conciliar el sueño o incrementar la memoria (incluso, tal vez te la atrofie un poco) ni ninguno de esos clichés que rondan a la música clásica para vendérsela a quienes la escuchan solo por esnobismo. Y si bien este no es lugar para hacer críticas sesudas sino reseñas, yo tampoco podría hacerle una disección a la sinfonía y a su interpretación porque está más allá de cualquier crítica del lego. Mas, aun así, vale la pena meterle diente para conocer la obra de todos los mencionados al empezar esta reseña.



Little Tybee
Little Tybee
Little Tybee
Mayo 2016

No es un error que aparezca tres veces Little Tybee en esta reseña. Es el nombre del grupo, del disco y del sello (es decir, ellos mismos). Son una de esas bandas, más no una más del montón, que fusionan todo lo fusionable. Recuerdan a los mejores momentos de Sufjan Stevens o The Magic Numbers. Procedentes de Atlanta, probablemente sean el grupo más caleta de esta lista. Incluso no es que sean muy conocidos en EEUU, porque dentro de lo indie y lo no comercial que ahora está tan de moda, ellos se ubican en una periferia saludable, al margen de lo que dictan las tendencias. “Loves of Bread”, “More Like Jackson”, “Laguid” y “Empire State” poseen esa interesante mezcla de sintetizadores y violines, ritmos irregulares, samplers, voces mixtas y letras atípicas que lo mismo divierten y sacan de cuadro. Merecen ser más conocidos.



ANOHNI (Inglaterra)
Hoplessness
Secretly Canadian (EEUU y Canadá), Rough Trade (RU), Hostess (Japón)
Mayo 2016

Cuando era Antony Hegarty, de Antony and the Johnsons, nunca me quedó claro si era trans femenina o masculino. De la misma manera que “I am a bird now” (ese álbum perfecto de 2005) no dejaba la certeza de saber qué cosa se estaba escuchando. Eran algo así como canciones, sí, y una voz desgarrada que, según Laurie Anderson, “contiene todas las emociones del ser humano al mismo tiempo”. Ahora que sabemos con certeza que es una mujer, también su música suena más reconocible, cuando menos etiquetable dentro de ese gran cajón de sastre llamado pop. Pero sigue siendo inasible. “Hoplessness” es un álbum que, a diferencia de todo lo anterior hecho por ANOHNI, ya no es tan emocionalmente mesurado; todo lo contrario, está cantado desde las vísceras. Si hasta se puede bailar (“4 Degrees”, por ejemplo), si dejamos de lado que las letras nos están dando un tratado sobre las consecuencias nocivas del capitalismo, la farsa que es Obama como presidente progre, la violencia de género, la homofobia, la importancia del feminismo, las relaciones familiares cuando no se es heterosexual, el desastre ecológico, las guerras, el cambio climático, la crisis económica mundial, la xenofobia y ya no sé si queda algo más en el tintero. No hay más poesía indirecta; aquí las cosas se llaman por su nombre: “Drone Bomb Me” (una canción sobre la guerra en Afganistán desde el punto de vista de una niña que perdió a toda su familia), “(Daddy) Watch me!”, “Obama”, “Violent Men”, “Crisis”. Recordemos que ANOHNI fue nominada a un Oscar por su canción “Manta Ray”, un temón tan fumado que no iba a ganar de ninguna forma pero que, al menos, sirvió para visibilizar más su obra. Dígase de paso, ella no fue a la entrega de premios porque le parecía una banalización del tema que tocaba el documental que le valió la nominación. Volviendo a “Hoplessness”, este no es el único blog en que está considerado entre lo mejor de la mitad de 2016. Por eso ya no me explayo más, que las reseñas no le hacen justicia al disco.



Tord Gustavsen & Jarle Vespestad (Noruega), Simin Tander (Afganistán)
What Was Said
ECM
Febrero 2016

Más jazz del sello ECM, fiel a su estilo post post post postmodernista vanguardista minimalista (?). Gustavsen también sigue fiel a su estilo (inserte sus adjetivos favoritos aquí), lo que podría interpretarse como una cierta ortodoxia dentro de su eclecticismo musical. Acompañado por Jarle Vespestad en la batería y Simin Tander en las voces, este “What Was Said” es una pieza críptica que exige paciencia al oyente. Casi debería anexar la partitura para saber qué está sonando porque a veces, así como uno se estresa cuando alguien le habla y no entiende lo que le dicen, también el hecho de no reconocer NINGUNO de los acordes tocados en el piano puede resultar un poco frustrante. Porque, por lo menos, los contrasentidos (?) del ritmo mueven el piso pero no desesperan. No es un álbum bonito. No pretende serlo. Es, por el contrario, algo muy interesante de escuchar y deshuesar. Y pensar que se grabó en vivo en solo dos días. Genios, pues.



Carla Bley (EEUU)
Andando el tiempo
ECM
Mayo 2016

No. No es que estemos recibiendo marmajas de ECM, sino que este medio año se han puesto las pilas junto con Nonesuch Records (y más bien Naïve y harmonia mundi han perdido un poco el paso este año). Carla Bley se une a Andy Sheppard (saxos tenor y soprano) y a Steve Swallow (bajo) para celebrar su cumpleaños número 80. Y lo hace con este álbum que, desde su lanzamiento, causó revuelo. No es que sea revolucionario ni inesperado sino todo lo contrario, en la línea de lo que la Bley viene haciendo últimamente, y muy bien hecho, claro está. No olvidemos (o no dejemos de saber, para quienes no la conocen) que ella lleva décadas componiendo e interpretando y ha pasado por varias tendencias, siendo fundadora de algunas de ellas. “Andando el tiempo” es una suite que pisa entre el jazz y la música clásica contemporánea; completan el disco dos temas adicionales en el mismo sendero.



Patricia Kopatchinskaja, MusicAeterna; Teodor Currentzis (Moldavia, Grecia)
Tchaikovski: Violin Concerto Op. 35 / Stravinsky: Les Noces
Sony Music Classical
Enero 2016

La Kopatchinskaja es, para quienes no la conozcan, algo así como la Björk de la música clásica. Desde la forma en que mastica el inglés hasta sus particulares ideas sobre la música y la vida en general, basta escuchar sus entrevistas (en particular hay una en que compara cocinar con tocar el violín) o leer las notas internas de sus discos (como esa en que narra la forma en que, durante una fiesta, se le acercó para seducirla un señor misterioso que resultó ser… ¡el fantasma del Violin Concerto en D Major de Stravinsky!). Pero si algo la caracteriza por sobre todas las cosas, es su forma inigualable de tocar el violín. Incluso quienes no suelen escuchar música clásica podrían reconocer su particular estilo casi al vuelo: no le interesa que quede perfecta la interpretación ni la limpieza de la ejecución; por último, puede perder algunas notas de la partitura. Lo de ella es sentimiento puro y, a pesar de lo señalado, se puede decir que sus versiones de todo lo que toca son magníficas. Y en esta performance, al lado de su pata Currentzis, le da nueva vida al concierto para violín de Tchaikovsky. Me disculparán el arameo pero carajo, qué tronco de interpretación la suya. Hace lo que le da la reverenda gana con la partitura, se sienta en todas las interpretaciones académicas previas y le da una aspereza inédita que por momentos nos presenta un Tchaikovsly casi inédito, lejos de la perfección matemática de sus obras, con un primer movimiento a velocidad vertiginosa (algo característico de ella, como su espídica versión de la “Sonata Kreutzer” junto a Fazil Say) y con un dominio del violín que uno podría creer que está filtrado por computadora o intervenido de alguna forma. Ya, bueno, la versión en ácidos de la ya de por sí alucinógena “Las Noces”, a cargo de MusicAeterna, no se queda atrás. A los críticos no les gustó este disco; tal vez la mermelada no estuvo tan dulce como en las aceitadas de Decca y DG. Porque si la música clásica sigue vigente, es por gente como la Kopatchinskaja, Currentiz, Say, Biondi y Savall: genios. GENIOS. G.E.N.I.O.S.



Esperanza Spalding (EEUU)
Emily's D+Evolution
Decca (UMO)
Marzo 2016

¿Qué podemos agregar a todo lo que se ha dicho de este disco desde que apareció? Está entre los mejores, sino es el mejor lanzamiento de los últimos meses, y difícilmente habrá algo que lo supere en 2016. Ya la Spalding había demostrado que el jazz y su infinito abanico de géneros, subgéneros y libertinajes musicales le quedaba como faja; ella necesita expandirse y lo hizo con un pie en el jazz y otro en la música de cámara (“Chamber Music Society”, de 2010, fue tan contundente que ni el prefabricado y apadrinadísimo Justin Bieber pudo con ella en los Grammy) y otro en el pop (“Radio Music Society”, de 2012, malentendido por los puristas de siempre). “Emily's D+Evolution” es una mezcla bien singular de géneros musicales, casi todos los que se nos vengan a la mente, soportado en letras contundentes y socialmente comprometidas (como en “Black Gold”, con lo afro, pero además con lo feminista y un cierto aire político del centro hacia la izquierda). No es necesario bancarse lo de la historia del alter ego de Esperanza que la empujó a componer estas canciones, que eso es solo el punto de partida creativo y, por demás, muy suyo; aquí lo importante es que ella ya se dio de alta en relación con su propia voz, se le siente más libre que hace unos años y puede decirse que el canto es un instrumento más en el disco. Las composiciones (y las improvisaciones) tienen también otro nivel, menos comprometido con las influencias que evidenciaba en años anteriores. Ni qué decir de la forma en que bajos y contrabajos lideran el combo quasi roquero de esta maravilla de lanzamiento, que no pierde los atisbos necesarios para ser un éxito comercial. Que eso es otra cosa; desde el Grammy, la Spalding ha aprendido a marketearse de lo más bien y no tiene ningún problema con hacerlo descaradamente y como a ella le da la gana (en el “Radio Music Society” le hizo un videoclip artisticón a cada tema). “Good Lava”, “Unconditional Love”, “One”, “Earth to Heaven”, “Noble Nobles”… qué difícil es seleccionarle highlights a este disco. Cómprenlo o descárguenlo y escúchenlo. Verán cómo después de oírlo sentirán que ya no importa si llega el holocausto nuclear; Esperanza nos ha redimido como especie.



David Bowie (Inglaterra, Planeta Tierra, Vía Láctea)
BlackStar
ISO, RCA, Columbia, Sony
Enero 2016

Que seas una estrella mundial de la música, un ícono del arte, un veneradísimo creador, reputado actor, que cada uno de tus discos sea inexplicablemente superior al anterior; que tengas las cosas claras en cuanto a política, vida social y economía; y que, para colmo, lances una obra maestra el día de tu cumpleaños número 69 y luego muchos de sus crípticos enigmas se expliquen con tu muerte dos días después, y que esta deje al universo sumido en una depresión brutal con una sensación de que el apocalipsis nos pasó por encima unas 17 veces. Todo eso: solo David Bowie. Y ya no sé si se puede agregar algo más a todo esto. Si no fuera por su evidente afán por la vida, podría decirse que Bowie se suicidó para redondear la perfección performativa de “BlackStar” pero no, con lo genio que es fácil que supo cómo, cuándo y dónde iba a morir, a lo César Vallejo, y la sincronización de los sucesos se le dio solita porque con dioses como él, hasta el espaciotiempo se baja el pantalón y se pone a recoger moneditas sin doblar las rodillas. Ya, bueno, “BlackStar” es una maravilla que ha sido explicada y desmenuzada por fanáticos y críticos de esta a diez galaxias a la redonda. El álbum fue número 1 en TODOS los países del mundo (con excepciones como, digamos, Corea del Norte y Hungría, territorios que uno no sabe si están girando en la misma dirección que el resto del planeta o qué); cuando Bowie pasó a la eternidad el disco ya no podía subir más en los rankings. Son siete canciones (¿para qué más? ¡es David Bowie!) las que cubren un amplio rango de géneros pero no por separado sino al mismo tiempo, y todas son reseñables. Y son dos videoclips que, cuando uno los ve, pues… no tiene palabras para hablar de ellos. En conjunto es un disco bueno al tronco pero raro, opresivo; suena, precisamente, a enfermedad terminal. Es una obra maestra. Es David Bowie, pues. Y uno lo escucha y le queda esa sensación de mierda en relación con lo injusta que es la muerte: se lleva a los genios y nos deja a los huerequeques reseñándoles la genialidad con un nudo en la garganta.


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