lunes, 8 de octubre de 2012

We spoke en el Perú + El "síndrome King of Convenience"


Estos días vienen siendo muy intensos, musicalmente hablando, para Lima. Actualmente se está desarrollando, con el "silencio cómplice" de los medios, el X Festival Internacional de Música Contemporánea de Lima (aquí, el cronograma según los amigos de Opera Perú, y aquí según Erart Perú), organizado por la Asociación Cultural Erart Perú y coorganizado por el Centro Cultural de España, la Municipalidad Metropolitana de Lima y los programas "Lima Ciudad para Todos" y "Lima Cultura", más el apoyo y/o el auspicio de varias entidades del Estado, de la sociedad civil y del sector privado.

La programación general es un lujo que va desde las clases maestras y las conferencias hasta los recitales, todo gratis y bastante descentralizado. Tuve la suerte de asistir a una de las presentaciones programadas, cuya crítica (¿ya podré decir que hago crítica musical?) paso a reproducir en dos partes: la primera hablando de la música en sí y la segunda sobre algunos asuntos que, creo, deben ser mejorados.

We Spoke en el Perú

No es la primera vez que nos visitan y ya se han presentando en Lima, yendo de Villa El Salvador a Miraflores y Santa Beatriz, pasando por el Centro Cultural de España, el Conservatorio Nacional y el ICPNA.
Fuente: http://www.serperuano.com

We Spoke es un ensamble de percusionistas especializados en obras para... percusiones, pues (marimbas, gongs, platillos, bongos y demás instrumentos afines), además de sonidos corporales y experimentaciones por el estilo; obras que, dígase de paso, no escasean en el repertorio contemporáneo. Replanteando lo anteriormente escrito, creo que la descripción exacta sería: ensamble experimental de percusión conformado por músicos especializados en música clásica contemporánea.

El sábado 6 de octubre de 2012 se presentó el dúo de percusión suizo formado por Olivier Membrez y Julien Annoni, miembros ambos de We Spoke, con obras (todas inéditas para mí) de Reich, Gonseth y Hauser, entre otros.

Imagen tomada del Facebook de We Spoke
El dúo (al igual que todos los demás miembros del ensamble, a juzgar por lo visto en sus videos en Vimeo), demostró maestría en el manejo de los instrumentos y de un escenario que se les ofreció incómodo debido a lo reducido del espacio y al tamaño de los instrumentos (había un gong y dos marimbas que ocupaban el 70% del escenario). Además, el dúo sabe explotar perfectamente la performance escénica... en resumen, son bastante buenos, aunque para afirmar que son extraordinarios o si están entre los mejores del mundo, tendría yo que conocer muchas más propuestas similares (algunas conozco, pero he visto muy pocas en vivo).

Sobre el tamaño del escenario, la incomodidad de los músicos (ellos mismos se quejaron un par de veces sobre esto) se tradujo, en más de una ocasión, en perjuicios para las obras que interpretaban: reiteradamente se chocaban entre ellos o tropezaban con los atriles, produciendo sonidos evidentemente inesperados para un concierto de percusión (de música contemporánea). Además, la proximidad de los instrumentos entre sí hizo que las vibraciones de unos, al ser percutidos, generasen vibraciones en otros, como fue el caso del gong durante la puesta en escena del "Fingercapriccio", de Huber... ¡el gong vibró durante toda la pieza, produciendo una frecuencia aguda constante que, estoy seguro, no forma parte de la partitura original! (o tal vez sí; total, es música contemporánea...)

Imagen del Facebook de We Spoke
Por lo demás, la performance del dúo Membrez-Annoni merece los elogios dignos del más afiebrado de los Alejandro Yori, QEPD, y sus recordados epítetos. Los suizos en cuestión son sincronizadísimos, teatrales y tienen mucha habilidad (¡y paciencia!) para sortear los inconvenientes (mencionados líneas arriba y líneas abajo).

El repertorio escogido debe haber producido orgasmos múltiples a los estudiantes más 'hipsters' de los conservatorios peruanos (por lo pronto, los produjo en este humilde redactor, crítico y musician wannabe). Allí estuvieron "Clash Music", del alemán Nicolaus A. Huber, la cual me pareció un poquititito 'over the top', demasiado difícil y caprichosa para ser escuchada sin explicación previa por parte del autor. Interpretaron también un tema de Steve Reich, "Nagoya marimba" (aquí, en otra versión), de evidente impronta reichiana, además de ser muy amigable, por cierto, acaso la más amigable de la noche.

Huber repitió el plato con "Fingercapriccio", una pieza extraordinaria (de hecho y por mucho, lo mejor de la velada, según yo, aunque discrepe conmigo la persona que me acompañó al evento), una especie de concierto para percusiones de estructura clásica, si cabe el término, con sus tres movimientos tradicionales y con temas y 'leit motiv' perfectamente reconocibles.

Cerraron la presentación dos frenéticas composiciones de Lucas Gonseth: "Marie" y "Salsa for Mummie". Y, aunque fue anunciada y figuraba en el programa, no fue ejecutada la obra que, se supone, traía el dúo en estreno, del compositor Ezko Kikoutchi.

Cabe destacar la elegancia, el buen humor y la paciencia del dúo para enfrentar algunos de los contratiempos que se suscitaron reiteradamente, los cuales comentaré a continuación... pero, primero, los dejo con videos de los temas de Gonseth, versión Membrez-Annoni, y en el orden mencionado en el párrafo anterior.




El síndrome The King of Convenience

Antes de empezar esta segunda parte de la entrada, quiero aclarar que "El síndrome The King of Convenience" es el rótulo que quiero darle no al comportamiento ni a la responsabilidad del público sino a cómo se le escapan algunas cosas a los organizadores de eventos.... y dice así:

The King of Convenience
Hace algunos años se presentó el megafamoso dúo de pop noruego The King of Convenience en Lima, en una discoteca de Larcomar cuyo nombre no quisiera recordar... lo sucedido en ese concierto fue bastante comentado en redes, reforzando (lamentablemente) ciertos prejuicios socioeconómicos (en perjuicio de los conocidos como sectores A y B): la música del grupo requería de mucho silencio, complicidad y contemplación por parte del público mientras que el público, al parecer, no conocía la música del grupo. Un dúo de cantantes y guitarristas interpretando temas lentísimos en inglés, desconocidos para una mayoría que llevaba varias latas y botellas de cerveza encima y estaba con ganas de tonear a lo bestia; evidentemente, habían ido a poguear a la disco.

¿El resultado? Silbidos e insultos gritados a voz en cuello durante todo el concierto, incomodando a los pocos asistentes que sí habíamos ido a ver a uno de nuestros grupos favoritos (con el plus de encontrarlos en plena vigencia). Hubo varios expulsados del recinto (incluyendo a una actriz de la serie "Al fondo hay sitio" cuyo nombre ya ni recuerdo); a uno de los que no pudieron expulsar fue un sujeto borrachísimo que no se calló durante todo el recital, y a quien no pudieron botar porque era el dueño de la discoteca (!!!). La justificada molestia de los músicos hizo que, durante varios minutos, se sentaran al borde del escenario a esperar que el público se calle la boca. Al parecer, no abandonaron el escenario debido a la presencia de unos pocos seguidores allí presentes.

Los organizadores se lavaron las manos, arguyendo que ellos no eran responsables del comportamiento del público. Y los gerentes y dueños de la discoteca... bueno, ya comenté sobre el comportamiento del dueño y no es necesario agregar nada más, ¿no creen?

Salvando las distancias con el comportamiento del público, algo básicamente parecido sucedió durante la presentación de We Spoke. El público, conformado en su mayoría por personas de la tercera edad, parecía no tener la menor idea del tipo de música que iba a escuchar. Varios se quedaron dormidos y hasta ¡roncaron! durante la presentación, particularmente en los momentos que requerían mayor silencio.

Pero no fue lo único molesto que sucedió; hubo otros ruidos que ya no provenían del público. Por ejemplo: minutos antes del concierto apareció una fotógrafa acompañada de una niña bastante pequeña quien, evidentemente, se iba a aburrir durante la performance de We Spoke. Dicho y hecho, la fotógrafa tuvo que retirarse del concierto a la mitad del mismo llevándose a la niña, que ya empezaba a hablar un poco más fuerte de lo normal, no sin antes entrar y salir del recinto reiteradas veces produciendo el consiguiente ruido de la puerta al abrirse y cerrarse... ¡en los momentos en que debía haber mucho silencio!).

Mención aparte merece la persona encargada de filmar el concierto: se fue a dios sabe dónde cuando debía estar haciendo su trabajo => se le acabó la batería de la cámara => la cámara emitió el pitido característico durante varios minutos (¡en los que debía guardarse SILENCIO!) => el camarógrafo hizo todo el ruido del mundo al cambiar la batería... en fin.

Mención aparte también merece el hecho de que, al parecer, varios de los presentes tenían problemas de audición y hablaron entre sí, gritando durante todo el concierto... pero esto es comprensible, dado que no había traductor disponible y que necesitaban explicarse entre ellos lo que más o menos entendían de lo que decían los músicos... ¡sólo que no debían hacerlo durante la performance!

Sobre los particulares arriba mencionados, quise sentar una queja en el libro de reclamaciones del Centro Cultural de España, sede del concierto, el cual me fue negado por el personal de seguridad de manera inapropiada, por decir lo menos (aunque me lo dijo, no pondré su nombre en este post, que no se trata de joderle la vida). Llegué a conversar con Jorge Garrido-Lecca, presidente de la Asociación Cultural Erart Perú, quien tuvo a bien escuchar mis quejas, indignación y ofuscación, a las cuales respondió, al parecer sin comprender que todo, todo, todo, desde los ronquidos del público hasta garantizar que el recinto a donde lleva a sus músicos cuente con un libro de reclamaciones, es parte de su responsabilidad como organizador del X Festival Internacional de Música Contemporánea de Lima. Esto, y la incomodidad de los músicos por lo estrecho del escenario, la torpeza del camarógrafo, etc. ¡Todo está bajo la responsabilidad de los organizadores!

Era evidente que se trataba de un concierto difícil. Y quien conoce el Centro Cultural de España sabe del promedio de edad de los asistentes usuales a este tipo de eventos. Lo mínimo que podría haberse hecho era mantener presente, durante todo el concierto, a un traductor del inglés (incluso, alguno de los presentes bromeó exigiendo “los subtítulos”). Los músicos explicaban, en inglés, desde aspectos técnicos musicales hasta imágenes divertidas, con mucho sentido del humor, luego de percatarse del perfil del público frente al cual estaban, pero desistieron de estas explicaciones lúdicas al percatarse de que muy pocos de los presentes entendía el inglés.

En aras de aportar en la difusión de la cultura y de promocionarla lo mejor posible (y con el fin de criticar en buena onda y aportar soluciones), opino que no se puede organizar un evento sin garantizar las condiciones mínimas para que todo salga muy bien, en este caso concreto a la altura de los músicos. Visto desde la perspectiva de un enfoque de derechos, y con el fin de garantizar ser democráticos (y no 'snobs'), este concierto debió contar con la presencia de un traductor que se responsabilice de explicar a los presentes que no estaban yendo a escuchar a Beethoven sino a Reich. Y no sólo se trataba de traducir al español, pues había quechua hablantes entre el público. Jorge Garrido-Lecca tradujo al inicio del concierto algunas palabras del dúo, pero no pudo hacerlo con precisión y tampoco captó ni transmitió el espíritu juguetón que pretendían imprimirle los suizos.

También debió contarse (aunque esto sea más una precaución que yo tendría en cuento y no una necesidad) con personal que pueda resolver contratiempos... hubiese sido genial que alguien despierte a los señores que se quedaron dormidos (y roncaron, porque el problema no es que duerman sino que ronquen), además de advertirle amablemente al camarógrafo que este podría ser el último concierto que filme si no asumía su trabajo responsablemente.

Debo mencionar que el resto del personal del CCE se portó a la altura de lo esperado ante los reclamos, y que por lo menos conocían las implicancias de no contar con el libro de reclamaciones.

Debemos reconocer el esfuerzo de la Asociación Cultural Erart Perú por organizar el X Festival Internacional de Música Contemporánea de Lima. Sabemos que no implica poca cosa algo de tal magnitud, con los ojos del mundo culturoso encima. Precisamente por eso decidí quejarme y también escribir este texto, sin intención de escuelear a nadie sobre cómo organizar festivales de música (yo, a lo mucho, he organizado mi propia fiesta de cumpleaños; pero, eso sí, fue un juergón) sino de aportar en la solución de lo que parecen ser puntos ciegos.

Volviendo al tema, el esfuerzo no termina en traer a los músicos y hacer que toquen, ni en darles los instrumentos y conseguirles el espacio, programar sus presentaciones y difundirlas en los medios. La responsabilidad de todos es o debería incluir la facilitación de los procesos educativos para todos los públicos. ¿Queremos educación musical? Pues la solución nunca ha sido meter a los alumnos de un colegio a un auditorio y obligarlos a escuchar "Las Cuatro Estaciones" de Vivaldi... ¡y mucho menos a escuchar música clásica contemporánea!

¿Qué tal una introducción hablando de qué va la música clásica contemporánea? ¿Algo sobre la historia del grupo? ¿Una explicación de las piezas a interpretarse? ¿Otra sobre los instrumentos, tal vez, con la posibilidad de que algunos de los presentes suban al escenario a tocarlos? Qué sé yo... solo son ideas sueltas...

El asunto es que la responsabilidad que asume quien quiere promover la cultura y la música, especialmente aquellas con características de vanguardia, debe ser total y transversal a todos los procesos derivados. Al menos eso creo yo. Sé que en este X Festival Internacional de Música Contemporánea de Lima hay presentaciones, conferencias y clases maestras para músicos y estudiantes de los conservatorios limeños, pero si se va a abrir el espacio al público general (lo que es genial de por sí), pues hay que considerar todos los escenarios posibles. ¿Y si alguno de los asistentes al concierto de King of Convinience se aparecía en el CCE y le lanzaba una lata de cerveza a los We Spoke? ¿Y si había que retirar a una actriz calabazona (y ebria) que les grite "¡aburridos!"? Claro que estos son ejemplos jalados de los pelos, pero creo que sirven para graficar el punto al cual quiero llegar.

Finalizando esta entrada, ante todo quiero agradecer, a nombre de los que se perdieron este concierto, a Erart, al CCE y a los We Spoke, por la oportunidad de escuchar su música y de conocer nuevos compositores (ahora sé que existe Huber y que es un obligado en la colección). Y a los lectores que llegaron hasta esta parte, solo queda decirles que vayan a ver y escuchar las presentaciones que quedan en este X Festival Internacional de Música Contemporánea de Lima. Advertidos están, después no digan que no les contaron.

We Spoke: