Estos días vienen siendo muy intensos, musicalmente
hablando, para Lima. Actualmente se está desarrollando, con el "silencio
cómplice" de los medios, el X Festival Internacional de Música Contemporánea de Lima (aquí, el cronograma según los amigos de Opera Perú, y aquí según Erart Perú), organizado por la Asociación Cultural Erart Perú y coorganizado por el Centro Cultural de España, la Municipalidad Metropolitana de Lima y los programas "Lima Ciudad para Todos" y "Lima
Cultura", más el apoyo y/o el auspicio de varias entidades del Estado, de la
sociedad civil y del sector privado.
La programación general es un lujo que va desde las
clases maestras y las conferencias hasta los recitales, todo gratis y bastante
descentralizado. Tuve la suerte de asistir a una de las presentaciones programadas, cuya crítica (¿ya podré decir que hago crítica musical?) paso a reproducir en dos partes: la primera hablando de la música en sí y la segunda sobre algunos asuntos que, creo, deben ser mejorados.
We Spoke en el
Perú
No es la primera vez que nos visitan y ya se han
presentando en Lima, yendo de Villa El Salvador a Miraflores y Santa Beatriz, pasando
por el Centro Cultural de España, el Conservatorio Nacional y el ICPNA.
Fuente: http://www.serperuano.com |
We Spoke es un ensamble de percusionistas especializados
en obras para... percusiones, pues (marimbas, gongs, platillos, bongos y demás instrumentos afines), además
de sonidos corporales y experimentaciones por el estilo; obras que, dígase de paso, no escasean en el repertorio
contemporáneo. Replanteando lo anteriormente escrito, creo que la descripción
exacta sería: ensamble experimental de percusión conformado por músicos especializados en música clásica
contemporánea.
El sábado 6 de octubre de 2012 se presentó el dúo de
percusión suizo formado por Olivier Membrez y Julien Annoni, miembros ambos de We Spoke,
con obras (todas inéditas para mí) de Reich, Gonseth y Hauser, entre otros.
Imagen tomada del Facebook de We Spoke |
El dúo (al igual que todos los demás miembros del
ensamble, a juzgar por lo visto en sus videos en Vimeo), demostró maestría en
el manejo de los instrumentos y de un escenario que se les ofreció
incómodo debido a lo reducido del espacio y al tamaño de los instrumentos
(había un gong y dos marimbas que ocupaban el 70% del escenario). Además, el dúo
sabe explotar perfectamente la performance escénica... en resumen, son bastante
buenos, aunque para afirmar que son extraordinarios o si están entre los
mejores del mundo, tendría yo que conocer muchas más propuestas similares
(algunas conozco, pero he visto muy pocas en vivo).
Sobre el tamaño del escenario, la incomodidad de los
músicos (ellos mismos se quejaron un par de veces sobre esto) se tradujo, en más
de una ocasión, en perjuicios para las obras que interpretaban: reiteradamente
se chocaban entre ellos o tropezaban con los atriles, produciendo sonidos
evidentemente inesperados para un concierto de percusión (de música contemporánea). Además, la proximidad de los instrumentos entre sí hizo que las
vibraciones de unos, al ser percutidos, generasen vibraciones en otros, como
fue el caso del gong durante la puesta en escena del "Fingercapriccio",
de Huber... ¡el gong vibró durante toda la pieza, produciendo una frecuencia
aguda constante que, estoy seguro, no forma parte de la partitura original! (o
tal vez sí; total, es música contemporánea...)
Imagen del Facebook de We Spoke |
Por lo demás, la performance del dúo Membrez-Annoni
merece los elogios dignos del más afiebrado de los Alejandro Yori, QEPD, y sus recordados epítetos. Los suizos en cuestión son sincronizadísimos, teatrales y tienen mucha habilidad (¡y paciencia!) para sortear los
inconvenientes (mencionados líneas arriba y líneas abajo).
El repertorio escogido debe haber producido orgasmos
múltiples a los estudiantes más 'hipsters' de los conservatorios peruanos (por lo
pronto, los produjo en este humilde redactor, crítico y musician wannabe). Allí
estuvieron "Clash Music", del alemán Nicolaus A. Huber, la cual me pareció un
poquititito 'over the top', demasiado difícil y caprichosa para ser escuchada sin explicación previa por parte del autor. Interpretaron también un tema de Steve Reich,
"Nagoya marimba" (aquí, en otra versión), de evidente impronta reichiana, además de ser muy
amigable, por cierto, acaso la más amigable de la noche.
Huber repitió el plato con "Fingercapriccio",
una pieza extraordinaria (de hecho y por mucho, lo mejor de la velada, según
yo, aunque discrepe conmigo la persona que me acompañó al evento), una especie de concierto para percusiones de estructura clásica, si cabe el término, con sus tres movimientos
tradicionales y con temas y 'leit motiv' perfectamente reconocibles.
Cerraron la presentación dos frenéticas composiciones de Lucas
Gonseth: "Marie" y "Salsa for Mummie". Y, aunque fue anunciada
y figuraba en el programa, no fue ejecutada la obra que, se supone, traía el dúo
en estreno, del compositor Ezko Kikoutchi.
Cabe destacar la elegancia, el buen humor y la paciencia
del dúo para enfrentar algunos de los contratiempos que se suscitaron reiteradamente, los cuales comentaré a
continuación... pero, primero, los dejo con videos de los temas de Gonseth, versión Membrez-Annoni, y en el orden mencionado en el párrafo anterior.
El síndrome The King of Convenience
Antes de empezar esta segunda parte de la entrada, quiero
aclarar que "El síndrome The King of Convenience" es el rótulo que
quiero darle no al comportamiento ni a la responsabilidad del público sino a cómo se le escapan algunas cosas a los organizadores
de eventos.... y dice así:
The King of Convenience |
Hace algunos años se presentó el megafamoso dúo de pop noruego The King of Convenience en Lima, en una discoteca de Larcomar cuyo nombre no quisiera recordar... lo sucedido en ese
concierto fue bastante comentado en redes, reforzando (lamentablemente) ciertos prejuicios socioeconómicos (en perjuicio de los conocidos como sectores A y B): la música del grupo requería de mucho silencio, complicidad y
contemplación por parte del público mientras que el público, al parecer, no conocía la
música del grupo. Un dúo de cantantes y guitarristas interpretando temas lentísimos en inglés,
desconocidos para una mayoría que llevaba varias latas y botellas de cerveza encima y
estaba con ganas de tonear a lo bestia; evidentemente, habían ido a poguear a la disco.
¿El resultado? Silbidos e insultos gritados a voz en
cuello durante todo el concierto, incomodando a los pocos asistentes que sí
habíamos ido a ver a uno de nuestros grupos favoritos (con el plus de
encontrarlos en plena vigencia). Hubo varios expulsados del recinto (incluyendo
a una actriz de la serie "Al fondo hay sitio" cuyo nombre ya ni
recuerdo); a uno de los que no pudieron expulsar fue un sujeto borrachísimo que no se calló durante todo el recital, y a quien no pudieron botar porque era el dueño de la discoteca (!!!). La justificada molestia de los músicos hizo que, durante varios
minutos, se sentaran al borde del escenario a esperar que el público se calle
la boca. Al parecer, no abandonaron el escenario debido a la presencia de unos
pocos seguidores allí presentes.
Los organizadores se lavaron las manos, arguyendo que ellos no
eran responsables del comportamiento del público. Y los gerentes y dueños de la discoteca... bueno, ya comenté sobre el comportamiento del dueño y no es necesario agregar nada más, ¿no creen?
Salvando las distancias con el comportamiento del público,
algo básicamente parecido sucedió durante la presentación de We Spoke. El
público, conformado en su mayoría por personas de la tercera edad, parecía no
tener la menor idea del tipo de música que iba a escuchar. Varios se quedaron
dormidos y hasta ¡roncaron! durante la presentación, particularmente en los momentos
que requerían mayor silencio.
Pero no fue lo único molesto que sucedió; hubo otros ruidos que ya no
provenían del público. Por ejemplo: minutos antes del concierto apareció una fotógrafa
acompañada de una niña bastante pequeña quien, evidentemente, se iba a aburrir
durante la performance de We Spoke. Dicho y hecho, la fotógrafa tuvo que
retirarse del concierto a la mitad del mismo llevándose a la niña, que ya empezaba a hablar un poco más fuerte de lo normal, no sin antes entrar y salir del recinto reiteradas veces produciendo el consiguiente ruido de la puerta al abrirse y cerrarse... ¡en
los momentos en que debía haber mucho silencio!).
Mención aparte merece la persona encargada de filmar el
concierto: se fue a dios sabe dónde cuando debía estar haciendo su trabajo => se le acabó la batería de la cámara => la
cámara emitió el pitido característico durante varios minutos (¡en los que debía
guardarse SILENCIO!) => el camarógrafo hizo todo el ruido del mundo al cambiar la batería... en fin.
Mención aparte también merece el hecho de que, al
parecer, varios de los presentes tenían problemas de audición y hablaron entre sí, gritando durante todo el concierto... pero esto es comprensible, dado que no había traductor disponible y que necesitaban explicarse entre ellos lo que más o
menos entendían de lo que decían los músicos... ¡sólo que no debían hacerlo durante la performance!
Sobre los particulares arriba mencionados, quise sentar una queja en el
libro de reclamaciones del Centro Cultural de España, sede del concierto, el
cual me fue negado por el personal de seguridad de manera inapropiada, por
decir lo menos (aunque me lo dijo, no pondré su nombre en este post, que no se trata de joderle la vida). Llegué a
conversar con Jorge Garrido-Lecca, presidente de la Asociación Cultural Erart Perú, quien tuvo a bien
escuchar mis quejas, indignación y ofuscación, a las cuales respondió, al parecer sin
comprender que todo, todo, todo, desde los ronquidos del público hasta
garantizar que el recinto a donde lleva a sus músicos cuente con un libro de reclamaciones, es parte de su
responsabilidad como organizador del X Festival Internacional de Música Contemporánea de Lima. Esto, y la incomodidad de los músicos por lo estrecho del
escenario, la torpeza del camarógrafo, etc. ¡Todo está bajo la responsabilidad de los
organizadores!
Era evidente que se trataba de un concierto difícil. Y
quien conoce el Centro Cultural de España sabe del promedio de edad de los
asistentes usuales a este tipo de eventos. Lo mínimo que podría haberse hecho
era mantener presente, durante todo el concierto, a un traductor del inglés (incluso, alguno de los presentes bromeó exigiendo “los subtítulos”). Los músicos explicaban, en
inglés, desde aspectos técnicos musicales hasta imágenes divertidas, con mucho
sentido del humor, luego de percatarse del perfil del público frente al cual
estaban, pero desistieron de estas explicaciones lúdicas al percatarse de que muy pocos de los presentes entendía el inglés.
En aras de aportar en la difusión de la cultura y de promocionarla lo mejor posible (y con
el fin de criticar en buena onda y aportar soluciones), opino que no se puede
organizar un evento sin garantizar las condiciones mínimas para que todo salga muy bien, en este caso concreto a la altura de
los músicos. Visto desde la perspectiva de un enfoque de derechos, y con el fin
de garantizar ser democráticos (y no 'snobs'), este concierto debió contar con la
presencia de un traductor que se responsabilice de explicar a los
presentes que no estaban yendo a escuchar a Beethoven sino a Reich. Y no sólo se trataba
de traducir al español, pues había quechua hablantes entre el público. Jorge
Garrido-Lecca tradujo al inicio del concierto algunas palabras del dúo, pero no
pudo hacerlo con precisión y tampoco captó ni transmitió el espíritu juguetón
que pretendían imprimirle los suizos.
También debió contarse (aunque esto sea más una
precaución que yo tendría en cuento y no una necesidad) con personal que pueda resolver
contratiempos... hubiese sido genial que alguien despierte a los señores que se
quedaron dormidos (y roncaron, porque el problema no es que duerman sino que ronquen), además de
advertirle amablemente al camarógrafo que este podría ser el último concierto que filme si
no asumía su trabajo responsablemente.
Debo mencionar que el resto del personal del CCE se portó
a la altura de lo esperado ante los reclamos, y que por lo menos conocían las
implicancias de no contar con el libro de reclamaciones.
Debemos reconocer el esfuerzo de la Asociación Cultural Erart Perú por organizar el X Festival Internacional de Música Contemporánea de Lima. Sabemos que no implica poca cosa algo de tal magnitud, con los ojos del mundo culturoso encima. Precisamente por eso decidí quejarme y también escribir este texto,
sin intención de escuelear a nadie sobre cómo organizar
festivales de música (yo, a lo mucho, he organizado mi propia fiesta de
cumpleaños; pero, eso sí, fue un juergón) sino de aportar en la solución de lo que parecen ser puntos ciegos.
Volviendo al tema, el esfuerzo no termina en traer a los músicos y hacer que
toquen, ni en darles los instrumentos y conseguirles el espacio, programar sus
presentaciones y difundirlas en los medios. La responsabilidad de todos es o debería incluir la
facilitación de los procesos educativos para todos los públicos. ¿Queremos
educación musical? Pues la solución nunca ha sido meter a los alumnos de un colegio a un
auditorio y obligarlos a escuchar "Las Cuatro Estaciones" de Vivaldi... ¡y mucho menos a escuchar música clásica contemporánea!
¿Qué tal una introducción hablando de qué va la música clásica contemporánea? ¿Algo sobre la historia del grupo? ¿Una explicación de las piezas a interpretarse? ¿Otra sobre los instrumentos, tal vez, con la posibilidad de que algunos de los presentes suban al escenario a tocarlos? Qué sé yo... solo son ideas sueltas...
El asunto es que la responsabilidad que asume quien quiere promover la
cultura y la música, especialmente aquellas con características de vanguardia, debe ser total y
transversal a todos los procesos derivados. Al menos eso creo yo. Sé que en este X Festival Internacional de Música Contemporánea de Lima hay presentaciones, conferencias
y clases maestras para músicos y estudiantes de los conservatorios limeños,
pero si se va a abrir el espacio al público general (lo que es genial de por sí), pues hay que considerar
todos los escenarios posibles. ¿Y si alguno de los asistentes al concierto de King
of Convinience se aparecía en el CCE y le lanzaba una lata de cerveza a los We
Spoke? ¿Y si había que retirar a una actriz calabazona (y ebria) que les grite
"¡aburridos!"? Claro que estos son ejemplos jalados de
los pelos, pero creo que sirven para graficar el punto al cual quiero llegar.
Finalizando esta entrada, ante todo quiero agradecer, a nombre de los que se perdieron este concierto, a Erart, al CCE y a los We Spoke, por la oportunidad de escuchar su música y de conocer nuevos compositores (ahora sé que existe Huber y que es un obligado en la colección). Y a los lectores que llegaron hasta esta parte, solo queda decirles que vayan a ver y escuchar las presentaciones que quedan en este X Festival Internacional de Música Contemporánea de Lima. Advertidos están, después no digan que no les contaron.
We Spoke:
No hay comentarios:
Publicar un comentario