domingo, 11 de diciembre de 2011

Rufus Wainwright, nuevamente


HOUSE OF RUFUS es el nombre del boxset compilatorio recientemente lanzado por el cantautor canadiense. Un recorrido más allá de lo musical por absolutamente toda su carrera (y buena parte de su vida).


Si se tratara de cualquier otro, estaríamos hablando de un completo exceso: ¿para qué editar la carrera relativamente corta (menos de 15 años) de un artista relativamente joven (38 años) en un pomposo boxset con material inédito, reediciones y extras inimaginables?

Pocos músicos vivos pueden darse el lujo de hacerlo y seguir siendo cool. Y Rufus Wainwright (1973) puede hacer lo que le da la gana con su carrera y con su vida, teniendo asegurados de antemano el reconocimiento de la crítica, el respeto de sus enemigos y el apoyo incondicional de su público.

Fuggi, regal fantasima 

El destino de Rufus era inexorablemente ser músico, aunque no necesariamente una estrella pop. Su madre (Kate McGarrigle) fue una importante figura del folk, al igual que su padre (Loudon Wainwright III) y, actualmente, su hermana (Martha); además están sus tíos, primos y hasta sobrinos célebres. Una familia que además del arte le dejó por herencia los tormentos y las manías que suelen acompañar a la genialidad.

Cuenta el mismo Rufus (en el documental “All I Want”), que los pasatiempos familiares eran competir por quién alcanzaba la nota más alta de determinada aria o imitaba mejor la muerte de Mimí, Tosca, Carmen o Cio-Cio San. Cantaba hasta el hartazgo “Somewhere Over the Rainbow”, y moría por representar a Dorothy en algún montaje de su ciudad, mientras que sus padres hacían lo imposible por cumplir sus caprichos artísticos.

En 1998 (con 25 años de edad, un novio conflictivo y una adicción a la metadona) editó “Rufus Wainwright”, su primer álbum, en el que tocó lo que quiso y cantó lo que le dio la gana. La crítica no pudo amarlo más y, pese a su estilo hermético y musicalmente complejo, se convirtió en objeto de culto inmediatamente para todo tipo de público. Se trata de una obra incalificable que recoge todas las influencias que pudo tener Rufus hasta ese día: jazz, swing, pop, rock and roll, country, folk, mucha música clásica, toneladas de ópera y opereta, canción francesa, música medieval, algo de flamenco… el disco sonaba a todo eso al mismo tiempo, sin dejar de ser cool.

In crescendo 

Las sesiones de este primer álbum acumularon más de 70 horas de grabaciones (inéditas hasta antes del lanzamiento del actual boxset) y marcaron la pauta de los excesos laborales que caracterizarían a los siguientes discos. Posteriormente fueron editados “Poses” (2001), algo más orientado al pop; y los monumentales “Want One” (2003) y “Want Two” (2005), ambiciosos experimentos musicales de arreglos complejos y temática introspectiva, que contaron con la producción y los arreglos de Marius de Vries. En ellos el exceso cobró dimensiones épicas, llegando incluso a tener sesiones con dos
orquestas ¡sinfónicas! en el mismo estudio y al mismo tiempo.

Para 2005, Rufus ya había pasado por rehabilitación, crisis que pudo afrontar gracias a la ayuda de su amigo íntimo y ferviente admirador Elton John, nada menos. En 2007 lanza “Release the Stars”, el álbum mejor vendido de su carrera, además de “Rufus Does Judy at Carnegie Hall” (nominado al Grammy), en el que Wainwright recrea hasta las equivocaciones de la Garland en su afán por replicar el original tal cual fue. Claro está, también editó un DVD de este concierto, y otro más con un documental sobre su vida y todos sus vídeo clips.

Un álbum en vivo (“Milwaukee at Last!!!”, 2009) y el documental sobre el proceso de creación de su primera ópera, “Prima Donna” (2010), dieron continuidad a una producción en constante crescendo. Y cuando ya parecía que no podría ser más creativo ni excesivo, lanzó “All Days Are Nights: Songs for Lulu” (2010), tour de force de voz y piano con picos acrobáticos y simas tristísimas, que incluye la musicalización de algunos sonetos de William Shakespeare. Hasta sus detractores más fervientes tuvieron que reconocer que se trataba de una obra maestra (“no lo soporto, me cae antipático, pero es genial”, escribiría alguien en una importante revista de crítica musical).

There’s no place like home

Pues bien, todo lo anteriormente mencionado está incluido en el “House of Rufus”. También, obviamente, figuran las canciones que no fueron consideradas en su primer álbum, conciertos, recitales, aportes a bandas sonoras (desde “Shrek” hasta “Brokeback Mountain”), más tips sobre su interesantísima vida (acaba de tener una hija con la hija de Leonard Cohen, y está próximo a casarse con el productor Jörn Weisbrodt), además de colaboraciones con lo más graneadito del mundo de la música, empezando por toda su familia y siguiendo con Burt Bacharach y Teddy Thompson.

En resumen: seis álbumes en estudio, dos en concierto (uno de ellos, doble), cuatro discos con material inédito y seis DVD con absolutamente todo lo que haya hecho Rufus Wainwright hasta la fecha. Suman 19 discos y, aunque hasta ahí pareciera ser demasiado, tan solo estamos hablando de la parte formal. Este boxset también incluye una versión en concierto de “Prima Donna” -a cargo de la cantante Janis Nelly-, un libro de 86 páginas con fotografías inéditas, pinturas, un cómic, pósters y vaya uno a saber qué más. Todo es posible y nada es suficiente en la galaxia de Rufus Wainwright.



Por Daniel Ágreda Sánchez
(Publicado en la Edición 31 de la Revista Phantom Julio/Agosto de 2011)

No hay comentarios:

Publicar un comentario