viernes, 31 de agosto de 2012

La gran Esperanza del jazz

El mundo supo de ella cuando se convirtió en la primera artista de jazz de la historia en ganar un Grammy como Artista Revelación; con este galardón consiguió, súbitamente, para ella y para el género música que representaba, la atención de un público y unos medios bastante esquivos.


El jazz había perdido la batalla frente al pop, a tal punto que ni los productores ejecutivos del Grammy se dignaban a anunciar los nominados por televisión. Se trataba de un género alejado de las masas debido a su complejidad y a la erudición musical que se precisa para poder siquiera escucharlo; el jazz estaba quedando fuera de ligas, sepultado bajo una serie de géneros y artistas cada vez más ligeros y digeribles.

Tal vez este hubiese sido el tenor de la historia del jazz en los espacios masivos, pero también es cierto que siempre ha dado muy buenos manotazos de ahogado (como el merecido Grammy al Disco del Año para “River: The Joni Letters”, de Herbie Hancock, en 2008). Además, súbitamente apareció una nueva generación de jóvenes artistas que, al mismo tiempo y en distintos países, decidieron darle una oportunidad uno de los géneros musicales más exigentes.

Es en esas que el mundo descubrió a Esperanza Spalding (Portland, 1984), cantante, compositora, bajista y pianista que, además, se convirtió en el primer músico de jazz en llevarse el Grammy al Artista Revelación (2010), dejando sentados nada menos que a Justin Bieber (¡¿?!), Florence + the Machine, Drake y Mumford & Sons.


El jazz por el jazz

Y ya que a estas alturas deberíamos citar algún referente musical para que quienes no conozcan a la Spalding puedan ubicar su sonido, aclararemos que su música no suena a nadie que sea comercialmente conocido como “cantante de jazz”. Ni Sade (por ponernos nostálgicos y amplios de criterios), ni Norah Jones ni Diana Krall suenan como suena ella. Esperanza Spalding es jazz del duro, del de verdad, del que desborda ritmos irregulares y sincopados, acordes disonantes, armonías funcionales, caprichos técnicos y mucha improvisación, sobre lo cual instrumentistas y vocalistas demuestran su habilidad acrobática a velocidades vertiginosas. Ese jazz que tiene canciones hermosas pero no necesariamente bonitas ni fáciles de escuchar, o que con solo tres instrumentos suena a un ataque masivo de artillería pesada, o que puede darse el lujo de hacer susurrar a toda una orquesta con un tema lentísimo de no menos de 20 minutos de duración.


Esperanza Spalding tiene de todo esto. El disco por el cual entró a la justa del Grammy, “Chamber Music Society” (2010) incluye temas como “Chacarera”, una secuencia de improvisación sobre la base del popular ritmo argentino; o “Wild is the Wind”, que está a medio camino entre un tondero peruano y un tango argentino, y sobre cuya base armónica ella lanza, desde su garganta, las melodías más agudas que se le hayan escuchado hasta ahora. En su disco anterior, “Esperanza” (2008), experimentaba para la canción “Precious” con coros de niños acompañados de un trío de jazz que siempre amenaza con ir a la sabrosa descarga, que al final nunca llega, quedando contenida, frustrada, como la relación amorosa de la que habla la letra. También tenemos “Fall In”, una declaración de amor tan erótica como triste, susurrada por ella y un piano que tiene la delicadeza de la garúa sobre la piel. En su primer álbum, “Junjo” (2006), ella se había entregado al jazz por el jazz, retando con su bajo y su voz a los demás instrumentos en temas demoledores como la descarga de “The Peacocks”, la brasileña “Loro”, la juguetona “Mompouana” y la romanticona “Cantora De Yala”.


En todos ellos, Spalding ha demostrado la amplitud de su registro vocal y la ausencia de temor para incorporar cualquier género a su arsenal musical, cantando por igual en inglés, portugués y español. Y claro, no podemos dejar de lado su nuevo disco, editado en abril de 2012: “Radio Music Society”. En él, le hace ojitos al pop y al rock pero bajo sus propias reglas, dando como resultado un álbum que rezuma elegancia por donde se le mire y escuche. “Black Gold” ha sido el primer tema presentado, con todo y video sensualón de modelos afrodescendientes (incluyendo el renovado look de la cantante y de su co-vocalista) que desencajarían cualquier mandíbula.


Expectativa mundial

Radio Music Society” ha sido lanzado en los formatos CD, CD+DVD Deluxe y vinilo, lo que es una evidente muestra de que, en la vida de Esperanza Spalding, ha habido un antes y un después del Grammy.

Porque ella no la tuvo fácil desde sus inicios. Si bien siempre estuvo rodeada de músicos y de hecho siempre fue considerada una niña prodigio, la suerte le fue esquiva por mucho tiempo. Incluso estuvo a punto de abandonar la música y meterse a estudiar ciencias políticas cuando la economía no le daba para más y sus estudios musicales pendían del delicado hilo de los préstamos y de las becas que no llegaban nunca. Eso, al parecer, tuvo sus orígenes en su indecisión al elegir un instrumento y un género para explorar: en sus estudios, pasó del piano al bajo haciendo escala en el violín, y de la música clásica al jazz por influencia de sendos discos de Yo-Yo Ma y Miles Davis, respectivamente. En algún momento recibió orientación por parte de Pat Metheny, quien vio en ella el potencial que ahora todos conocemos como una realidad. Fue gracias a sus consejos que pasó de ser alumna del Berklee College of Music a una de sus principales profesoras… y la segunda egresada de dicha casa de estudios en alzarse con el Grammy (la primera fue Paula Cole).


Así la historia, Esperanza pasó de ser una artista conocida por un puñado de seguidores a ser la invitada de honor del presidente Barack Obama para la ceremonia del Nobel de la Paz, y abrir uno de los números principales en la gala del Óscar.

Y es así como, sin dar concesiones, Esperanza Spalding es ahora una figura de la música, la principal representante del jazz ante los oídos del mundo.



(Publicado en la Edición 36 de la Revista Phantom Mayo/Junio de 2012)

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