Gabriel
Alegría Afro-Peruvian Sextet
Ciudad de los Reyes
Sapo
Negro Records, 2013
Más cuajados que en sus entregas
anteriores (“Pucusana”, 2005, y “Nuevo mundo”, 2007), Gabriel Alegría y sucombo han logrado sistematizar un lenguaje propio que fusiona el jazz y lo
afroperuano sin sonar a la superposición de lo uno sobre lo otro. Obviamente,
no es tan fácil hacer música fusión (por lo menos, no desde un estudio de
grabación) sin tropezar con ciertas piedras. En este caso, tras escuchar
“Ciudad de los Reyes” (Sapo Negro Records) uno puede darse por satisfecho y
decir, sin que le quede nada por dentro: “¡Habemus Jazz Afroperuanum!”. El
equilibrio entre las arremetidas rítmicas y las melodías de los metales (a lo
Coltrane y Davis) fluye a lo largo de temas como “La puertecita”, “La esquina
del pensamiento”, “A Lima llegó el tondero” y el ‘cover’ del clásico “Moon
River”… Hace unos meses, en una entrevista, Alegría nos dijo que “el jazz es un
género que permite explorar nuevas maneras para expresarse y nosotros hemos
encontrado una simbiosis entre los ritmos afroperuanos y los del jazz; es muy
fácil encontrar los lugares musicales y espirituales en que ambos géneros se
juntan”. Pues este disco es la prueba fehaciente de que no mentía: lo que ha
descubierto no solo suena ahora muy bien sino que, además, anuncia varios
caminos por explorar.
Agnetha Fältskog
A
Universal Music, 2013
Agnetha, por si alguien en esta galaxia
no lo sabe, es la cantante rubia de aquel tanque de pop sueco llamado ABBA. Obviamente,
con todos los millones que continúa facturando, lo último que necesita es cantar
para vivir, así que simplemente graba lo que le da la gana. Es así como llega
“A” (Universal Music), un álbum que sigue la línea de “My Colouring Book”
(2004), en el cual interpretaba canciones de la primera mitad del siglo XX. En
“A” encontraremos temas nuevos, algo que no sucedía desde 1987… en realidad,
Agnetha funge como cantante de sesión de Jörgen Elofsson y Peter Nordahl, ilustres
desconocidos que tomaron la inteligente decisión de bajar el perfil y dejar que
la verdadera estrella brille con propia luz. El resultado es bien interesante: pop simple y bien hecho (“When You
Really Loved Someone”), baladas bonitas (“I Was A Flower” o “I Keep Them On the
Floor Beside My Bed”) y divertidas reminiscencias setenteras (“Dance Your Pain
Away”). La voz de Agnetha, a sus 63 años, se mantiene
intacta, jugando a su favor que ya no se le exija llegar a las octavas altas. En
resumen, se trata de un buen disco, de esos que nos recuerdan que lo comercial
no está reñido, por definición, con la calidad.
Iron & Wine
Ghost On Ghost
Nonesuch Records, 2013
Sorprende gratamente el nuevo giro que
la música del gringo Sam Beam ha tomado. Por un lado, mantiene su predilección
por el preciosismo armónico/melódico, pero rítmicamente le ha puesto un poquito
de alegría (no se asusten, que no es mucha; sigue siendo igual de introspectivo
en ese sentido) a sus canciones. Lo que hace se inscribe perfectamente dentro
de la tendencia del folk ‘indie’ cristiano que cuenta con millones de
representantes en los EEUU, pero algo tiene que lo destaca muy por encima de
los demás pese a mover exactamente los mismos elementos musicales y líricos.
“Caught in the Briars”, “Grace for Saints and Ramblers” y “Grass Widows” son
algunos de los mejores temas de su nuevo álbum, “Ghost On Ghost” (Nonesuch
Records), del cual hace bastante tiempo empezó a circular el sencillo “Lover’s
Revolution” (que no sonaba en absoluto a un tema de Iron & Wine) y
recientemente se ha presentado el video oficial de “Joy”. Como bien lo señala
Sam Beam en varias entrevistas, ha dejado a un lado esa angustia obsesiva, tan
cara a los músicos independientes, y ha optado por hacer música un poquito más
feliz, lo cual le ha abierto varias puertas creativas sin traicionar su esencia
conceptual. En resumen, uno de los mejores lanzamientos en lo que va de 2013.
Michael Bublé
To be loved
Reprise Records, 2013
La historia de los ‘crooner’ es algo
extraña, pero siempre nos brinda indicios de por qué ha transitado por los
caminos que le conocemos. A Frank Sinatra, sin restarle los méritos artísticos,
lo apoyó incondicionalmente la comunidad italiana en EEUU mientras que otros
cantantes contemporáneos incluso mejores, como Johnny Hartman, veían su estrella
opacada por el racismo preponderante. Actualmente, está el caso de artistas
como Michael Bublé, que se limita a repetir las fórmulas que otros cantantes del
género mucho más talentosos (como sus compatriotas Adam James, George Evans o
Ted Hawkins) investigan y recorren, corriendo riesgos musicales que Bublé
convierte en certezas comerciales. “To be loved” (Reprise Records) es más de lo
mismo, y va hacia lo seguro a tal punto que, al escuchar la versión de
“Something Stupid” al lado de Reese Witherspoon, uno puede sentirse incluso
estafado. El disco no está mal, sobre todo si uno no se lo piensa mucho y
simplemente se dedica a disfrutarlo, pero… ¡vamos, Michael! ¡Estás haciendo lo
mismo que otros hicieron mejor hace cien años! Y los aportes modernos (como arreglos
computarizados y baladas en estreno) no te justifican este nuevo lanzamiento.
Aprender deberías de Bowie o de Iggy Pop, que a la vejez se dan el lujo de
sorprender. En fin, por algo le llaman “industria” musical.
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