Continuamos con el conteo de los mejores
álbumes de este año que, como hemos mencionado en el post previo, pintó muy bien para la música con grandes retornos, carreras que
continúan cimentándose, artistas nuevos y otros que
sorprendieron con discos inesperados.
Del
30 al 21
30.-
Tal es el caso de Chris Thile, mandolinista
del grupo progresivo Nickel Creek y del combo de bluegrass Punch Brothers. Con estos
pergaminos, lo último que uno esperaba era la edición de su primer volumen con las sonatas y partitas de J. S. Bach. Esta revisión en mandolina ha conseguido críticas entusiastas en el mundo de lo clásico, que suele ser
bastante cruel con quienes no la chuntan por todo lo alto al primer intento de migración desde el rock. 29.- “Mesopotamia: Universe”, respectivamente las sinfonías números 2 y 3 de Fazil Say, significaron otro
acierto en la carrera de este gran compositor y pianista turco, así como en el
currículo de Naïve Records, aunque lo cierto es que, a nivel sinfónico, Say aún no se consolida como el genio que promete ser. 28.- Jordan Klassen es uno
de esos artistas gringos que siempre están llevando lo ‘indie’ a un nivel
superior. “Repentance”
es su auspicioso debut discográfico. Muy, pero muy bueno.
27.- “New Venetian Coronation – 1595”, del Gabrieli Consort, es la reedición revisada y mejorada del “A Venetian Coronation 1595” de 1990, solo que reinterpretado con instrumentos (todavía más) de época y rearreglado según los nuevos descubrimientos (etno) musicológicos y sociales en materia de coronaciones y ceremonias afines. Esta nueva versión revisitada volvió a ganar un Gramophone Award, tal como pasó hace 13 años. 26.- Caetano Veloso presentó “Abraçaço” y… bueno, Caetano Veloso pues: tradicional y experimental a la vez, romántico y pincha globos, todo eso al mismo tiempo. Tiene como 60 años haciendo música y nunca ha patinado, siendo este nuevo disco un imprescindible más en la colección de cualquier melómano que se respete. 25.- Por otro lado, Jeremy Denk presentó las variaciones Goldberg de Bach en CD con DVD explicativo, osadía que le ha granjeado aplausos y éxitos de venta. Junto con Thile, son los puntos más altos de Nonesuch Records en materia de música clásica en 2013. 24.- Y el eterno genio del jazz Mulatu Astatke nos presentó un disco antológico (como lo son todos sus discos): “Sketches of Ethiopia”, guiño evidente al mítico “Sketches of Spain” de Miles Davis con referencias que van más allá del nombre: todo lo que suena en este álbum es una maravilla, una jodida maravilla… lo siento, no puedo ser objetivo con Mulatu; soy su fan enamoradísimo.
23.- El “Ruiseñora”
de Andrea Echeverri también está entre lo mejor de lo mejor del año: canciones
simples pero de mensaje complejo, totalmente feminista, en clave de trova,
folk y blues. Seamos sinceros, esto pudo ser una porquería panfletaria pero he
aquí que el talento, la amplitud de criterios y el oficio de Andrea convirtieron
a este puñado de canciones aleccionadoras en algo disfrutable y hasta
entrañable por la buena vibra que contagia.
22.- Ya hablamos del “Eva Ayllón + Inti Illimani Histórico”, documento musicológico con tintes
experimentales que quedó muy bueno. Y en el caso de 21.- David Bowie por poco y convulsionamos de lo bien que le quedó “The Next Day”;
con eso y con el emotivo videoclip del astronauta que cantó una de sus
canciones insignia en pleno espacio. Esos fueron dos momentos épicos de 2013… imposible no haber
moqueado con ellos.
Del
20 al 11
20.- Stephen Hough, junto con la Mozarteumorchester Salzburg dirigida por
Mark Wigglesworth, editó la que tal vez sea la mejor versión de "Brahms: Piano Concertos Nos. 1 & 2" y por muchas razones: el particular
estilo del pianista, la calidad de la grabación y la reinterpretación que el
colectivo hace de estas obras, grabadas hasta el cansancio (que no es buen
amigo de la calidad). Hough y el sello para el que graba (Hyperion) siempre han sido garantía de
calidad, pero esta vez la cosa se puso demasiado buena. Personalmente, tenía en
mi panteón la versión de Vladimir Ashkenazy dirigido por Bernard Haitnik, pero creo
que esta nueva versión es muy superior. 19.- Y en la siguiente posición encontramos el enigmático “Sing to the Moon” de Laura Mvula, más jazz que otra cosa aunque a lo largo de
cada tema uno pase un buen rato tratando de aplicarle la taxonomía; recapacitemos: hace
rato que la buena música viene en géneros transversales y novedosos.
18.- Amos Lee regresó al ruedo musical con “Mountains of Sorrow, Rivers of Song”, y pese a que no repitió la locura de ventas de su predecesor, su música continúa mejorando con el tiempo. 17.- Chick Corea lanzó “The Vigil”, un extraordinario disco del que se esperaba tuviese mejor suerte en las
premiaciones musicales, 16.- mientras
que Sigur Rós nos trajo otro disco impronunciable, “Kveikur”,
impecable desde todo punto de vista musical (porque de las letras jamás
podremos opinar); en todo caso podemos afirmar que continúan superándose a sí
mismos. 15.- Mayer Hawthorne y su sonido
retrovanguardista (en serio que así suena, no me estoy excediendo con el
adjetivo) nos preguntó “Where Does This Door Go”, que vino en todos los formatos posibles. Mayer es un
aplicado estudioso de los barbershop
quartets y del sonido sesentero de la Motown, especialmente del “Wall of Sound”, pero puestos
en escena con tecnología contemporánea.
14.- “Farinelli: Porpora Arias” de Philippe Jaroussky es, simplemente, todo. Cabe explicar,
para quienes no lo sepan, que este álbum está integrado por arias escritas para
el castrato Farinelli (sí, ese cuya vida recrea aquella película francesa que
debería pasar al olvido) por parte de su maestro y tutor, Nicola Porpora. Jaroussky le da vida a estas obras con la complicidad de la Venice
Baroque Orchestra bajo la batuta de Andrea Marco. Se trata de algunas
de las piezas más hermosas del barroco europeo.
Dos álbumes que ya han sido reseñados en
este blog son 13.- “Get up!”, de Ben Harper y Charlie Musselwhite , y el magnífico, cuasi orgásmico 12.- “The Electric Lady”, de Janelle Monáe. No vamos a repetir elogios en ambos casos
para no parecer mermeleros. Pero al que sí le debemos la reseña es a 11.- “Fiesta para los muertos” de Alejandro y María Laura. Este dúo se lleva de
encuentro a todos sus coetáneos nacionales y lo demuestra con este álbum
conceptual en el que menos es más: economía de instrumentos en contrapeso a los
complejos arreglos musicales y rítmicos, letras lúdicas en su punto y más de un
momento de belleza exuberante en el que dan ganas de aplaudir delante del
equipo de sonido. Hace rato que los combos innecesariamente recargados deberían
estar tomando nota de lo que hace este dúo. Por lo pronto, están abriendo
puertas musicales en más de un sentido. Que yo recuerde, Lima nunca ha tenido
un grupo así de bueno.
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Por Daniel Ágreda Sánchez
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