viernes, 20 de diciembre de 2013

50 álbumes de 2013 – Parte 3 (del 10 al 1)

Luego de los artículos concernientes a los puestos del 50 al 31 y del 30 al 11, a estas alturas del conteo resulta muy difícil decidir el orden de preferencias. De hecho, desde el post anterior había empezado con los arrepentimientos, puesto que hay discos muy buenos que podrían quedar entre los diez mejores. Así y todo, pongámosle un orden preferencial también a estos diez.

De los mencionados a continuación, “X'ed Out” de Tera Melos, “Ciudad deReyes” de Gabriel Alegría, “Woman” de Rhye, “No beggining No end” de José James y “Wagner” de Jonas Kaufmann ya han sido previamente reseñados. A Albita y Cecilia Bartoli se les ha dedicado sendos artículos a propósito de los discos editados este año, así que solo quedarían por comentar los discos de Javier Perianes, Andrew M. Pisanu y Patricia Kopatchinskaja. Pues aquí vamos:


10.- Rhye, "Woman" (Republic Records)



09.- Tera Melos, "X'ed Out" (Sargent House)



08.- Gabriel Alegría, "Ciudad de Reyes" (Sapo Negro Records)



07.- Cecilia Bartoli, "Bellini: Norma" (Decca)



06.- José James, "No Beginning No End" (Blue Note)



05.- Jonas Kaufmann, "Wagner" (Decca)



04.- Albita, "Una mujer que canta" (Angel's Down Records)



03.-
Patricia Kopatchinskaja, Vladimir Jurowski, London Philharmonic Orchestra
Prokofiev & Stravinsky Violin Concertos
Naïve

Patty es mi favorita por muchas razones y quiero dejar en claro que lo fue desde mucho antes de hacerse famosa, así que como decía Ferrando: ¡¡¡YO LA DESCUBRÍ!!! Este año ganó dos Gramophone Awards (categorías “Recording of the Year” y “Concerto”), premios que pasan a engordar la lista de logros de esta violinista moldava. Su estilo es inmediatamente reconocible, pues no apuesta por la pulcritud interpretativa sino por la expresividad (aunque esto implique soltar cromas, tropezar con el compás o ensuciarse un poquito la digitación). En vivo, ella es todo un espectáculo pegándole al violín, serruchando con furia las cuerdas, sacudiendo los cabellos de aquí para allá; en entrevistas, la exposición atropellada en inglés masticado de sus ideas extravagantes la convierten en una delicia admirable. Ya, bueno... en “Prokofiev & Stravinsky Violin Concertos” no consigue la interpretación perfecta que sí consiguió con “Bartok, Eötvös, Ligeti” (2012) pero otras son las razones que hacen de este disco uno de los mejores de 2013: el aporte de la "kopatchinskajanísima" cadenza al concierto de Stravinsky (parte que el autor nunca escribió) y la firmeza con que enfrenta los recovecos virtuosos de la pieza de Prokofiev. Jurowski, es cierto, dirige ambas piezas a la medida de la diva del violín y se las pone en bandeja, y también es cierto que hay momentos en que Patricia abusa de sus variados recursos musicales. Pero también es cierto que todo lo anteriormente expuesto solo contribuye a perfeccionar las que tal vez sean las versiones definitivas de estos conciertos para violín.


02.-
Andrew M. Pisanu
Collecting Diseases
Andrew M. Pisanu

Es el disco más acojonadoramente depresivo que haya yo podido escuchar… junto con el “Poses” de Rufus Wainwright, el “I am a bird now” de Antony and The Johnsons o cualquiera de Teddy Thompson y Matt Alber. Y, justamente, "Collecting Diseases" se inscribe en la línea de todos los anteriores: las letras cortavenas hablan de amores no correspondidos o de amores imposibles junto a desengaños muy, pero muuuuy dolorosos. Musicalmente se trata de un ‘tour de force’ de voz y piano, con algunos acentos proporcionados por un cuarteto de cuerdas y un par de clarinetes; se trata casi de un disco de cámara. Las canciones son tan extrañas y atemporales que bien podrían pertenecer al siglo XIX, de no ser por el toque pop que Andrew les imprime a todas ellas. No se sabe si el pianista es él mismo, pero en cuanto a la interpretación en general la cuota de sentimiento está más que cubierta. No se trata de un gran cantante pero sí de un gran intérprete; otrosí, considerando que las imperfecciones vocales, como la voz quebrada y las desafinaciones, podrían haber sido fácilmente reemplazadas o maquilladas en estudio, debemos suponer que mantenerlas en el producto final forma parte del paquete artístico. En cuanto a los temas, cada cual se muestra mejor que el otro, pero personalmente me quedaría con “Better off”, “John Doe”, “Disaster”, “Nazi Falls” y “RufusWainwright”, cuyo video tiene la capacidad de desmoronarte emocionalmente. Ojalá que este debut se convierta en una carrera correspondida por el éxito comercial y el aplauso de la crítica; motivos hay de sobra.


01.-
Javier Perianes
…les sons et les parfums
Harmonia Mundi


El disco estuvo disponible para ser escuchado en streaming por bastante tiempo como para hacerse un criterio completísimo de la obra; a lo que no se pudo acceder es al video que acompaña esta producción. Sobre la música, pues algo tiene Javier Perianes que lo hace perfectamente reconocible a primera audición, tal como sucede con la Kopatchinskaja aunque por los motivos opuestos: Perianes lleva a cero absoluto cualquier histrionismo interpretativo y hace que nos conectemos con el espíritu de la obra y acaso con las intenciones del compositor; ese es el resultado y la forma en que lo consigue es su receta secreta. Es por eso que, si bien ya estamos hasta la coronilla de grabaciones de Chopin y Debussy, uno puede confiar plenamente en el criterio de Perianes a la hora de poner en escena lo que todo el mundo ya puso en escena. “…les sons et les parfums” es una apuesta por revisitar el lado más expresivo de la música romántica y de la impresionista. A Chopin, al parecer, Perianes se lo conoce de memoria; debe ser por eso que temas como "Berceuse", los preludios y el "Étude No. 1" le quedan perfectos y a la vez muy distintos de aquello que usualmente escuchamos... indescriptible puede ser la palabra (conste que no soy el único que ha tirado la toalla a la hora de adjetivar el estilo de Perianes). La interpretación de los temas de Debussy, por otro lado, tienen un cierto matiz lúdico y, por momentos, fantasmal (ya, sí; mejor quedémonos con "indesciptible"). Todas y cada una de las notas suenan clarísimas, incluso cuando se trata tocarlas con efectos, con lo cual comprobamos que Perianes es único con las manos y con los pies con que maneja los pedales del piano. Lo único que se me ocurre agregar es que quien quiera que sea el ingeniero de sonido de esta maravilla de álbum, se merece un lugar en el Parnaso entre Chopin y Debussy. Vayan tomando nota, que aquí hay por lo menos otro CHOC, un Gramophone y quién sabe si un Grammy. Para mí, este es el mejor disco de 2013.


Por Daniel Ágreda Sánchez
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